lunes, 17 de diciembre de 2018

Palabras autorizadas

Siguiendo con la narración de lo hecho en estos años en que estuve ausente del blog, les dejo dos miradas sobre mi reciente libro "Eso que llamamos folklore". Las dos provienen del campo académico, por lo cual están revestidas tanto de autoridad como de objetividad. Verán que están lejos de ser complacientes.

La primera firmada por la Dra. Silvina Luz Mansilla se encuentra en la página 17 del Boletín nº 72 de la Asociación Argentina de Musicología:
http://www.aamusicologia.org.ar/wp-content/uploads/2017/06/72.pdf



La segunda, por la Lic. Angélica Adorni, fue publicada en el nº 17 de la Revista Argentina de Musicología y su texto es el siguiente:

Emilio Pedro Portorrico: Eso que llamamos folklore. Una historia social de la música popular argentina de raíz folklórica (Buenos Aires: el autor, 2015). ISBN 978-987-33-8566-7, 208 pp.
¿Qué es eso a lo que llamamos folklore? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de una historia “social”? ¿Acaso no es evidente que toda historia debería abordar lo social? Ya desde el título Portorrico despierta interrogantes que se refuerzan al finalizar el libro. “Eso” que es llamado popularmente y a secas como folklore es, como bien aclara el autor desde el mismo título, música popular argentina de raíz folklórica. Lejos de los numerosos desvelos y debates que la definición del término folklore ha provocado en el ámbito musicológico argentino, la misma no parecería despertar contradicciones en el público común: parejas danzando con brazos en alto en algún acto escolar de la infancia, cuartetos vocales con guitarra y bombo, la imagen de Atahualpa Yupanqui o Mercedes Sosa, el eco lejano de un “¡Aquí, Cosquín!” y, ya en la generaciones más jóvenes, el “revoleo” de algún poncho (1) , vienen a la mente para definir lo que popularmente llamamos folklore (2). Portorrico haría bien en asumir (poniendo énfasis con una conjugación en primera persona) que la gran mayoría de los argentinos (musicólogos y no musicólogos, para quienes también está escrito este libro) compartimos un imaginario más o menos aproximado de los fenómenos a los que nos referimos cuando hablamos de folklore. Este género que en la primera mitad de la década de 1960 protagonizó un boom de popularidad es tratado en el libro en su desarrollo desde finales del siglo xix hasta la actualidad. La historia del folclore ya ha sido abordada, pero Portorrico demuestra que merece aún líneas de tinta: su trama es compleja, habría mitos por derribar y hechos que precisarían volver a pasar por la memoria y la reflexión del lector. Las inquietudes latentes al finalizar sus páginas no constituyen una falencia sino por el contrario, potenciarían el interés en el área y evidenciarían que hay mucho trabajo aún para musicólogos e historiadores. Según Juan Pablo González, en América Latina las músicas rurales o de tradición oral entraron en el campo de la música popular mediatizada en la medida en que se incorporaron a un proceso de modernización social y se hicieron funcionales desde el interior de la cultura de masas (3) , sea a los intereses de la industria cultural, sea a los de las elites políticas dominantes de turno. Es así como el proceso de mediación sufrido por la música folclórica (4) en nuestro país se remonta a la década de 1920, en estrecha interacción con el desarrollo de las industrias culturales: editorial, discográfica, radiodifusión, circuito de sitios de baile y diversión, teatro y espectáculos, y la naciente cinematografía (5). Contemporáneamente, los proyectos etnomusicológicos que en esas décadas tuvieron como objetivo recopilar el cancionero popular en varias provincias del país contribuyeron entre otras cosas a afianzar cierta idea de argentinidad (apoyada por un proyecto político nacional) y aportaron a la construcción de un mapa del folclore musical argentino invisiblemente incompleto y fragmentado. Portorrico, formado como sociólogo, deliberadamente presenta en su libro un desarrollo de la historia de la música popular argentina de raíz folclórica estableciendo permanentes conexiones con el desarrollo de la industria cultural. Realiza anclajes en los contextos sociales, políticos, económicos y culturales tanto nacionales como internacionales desde finales del siglo xix y todo el siglo xx, demostrando que el devenir de los hechos musicales a través de sus protagonistas (artistas, consumidores, difusores) está influido (cuando no, determinado) por dichos contextos. Se propone ante todo un abordaje de la historia del género no condescendiente con los relatos hegemónicos, en la misma línea revisionista en que lo hace el libro reciente de otro investigador formado por fuera del campo musicológico: el historiador Oscar Chamosa (6). ¿Subyace un posicionamiento ideológico en las páginas reseñadas? Sí, y me permito aquí una reflexión que me pertenece: sería difícil que esto no suceda con mayor o menor transparencia pues, si hablamos de lo popular en la Argentina del siglo xx, se vuelve imperioso hablar de movimientos políticos. En este caso y aunque el autor no lo explicite, el lector podrá advertir fácilmente entre las líneas su simpatía de bandera. La ilustración de tapa podría darnos un indicio: se trata del óleo Arrieros (imposible no pensar con Yupanqui en que las penas son nuestras pero las vaquitas, ajenas) del artista bonaerense Enrique José de Larrañaga (1900-1956). Las obras de este pintor (reconocidas y premiadas en vida pero menoscabadas luego de su muerte) fueron rescatadas y traídas al público a través de una retrospectiva realizada en el Museo Nacional de Bellas Artes hacia fines de 2013, entre las cuales se expuso Arrieros. El menoscabo sufrido por este artista podría deberse tanto a su público apoyo al gobierno peronista (motivo por el cual fue exonerado de sus cargos docentes en 1955), como por su estilo de representación de escenas telúricas no coincidente con las formas dominantes de su época. Cabría pensar que la elección de Portorrico de esta pieza de grandes dimensiones (probablemente desconocida para el público no formado en la plástica) invitaría a revisar, de la misma manera en que lo hace con la música, también la historia del arte argentino. Quizás Portorrico desde su enunciada lateralidad del campo musicológico (él mismo se presenta como aficionado, difusor e investigador autodidacta sin pertenencia institucional) presenta un modelo para la investigación en música popular. Su minuciosidad en el relato delata muchas horas de trabajo (por no decir años) en contacto con fuentes de primera mano: diarios, revistas, registros, documentos oficiales, discografía y bibliografía específica. Revela también el contacto directo con los protagonistas mismos de la historia o con los que estuvieron muy cercanos a ellos, volcado en el libro a través de entrevistas y testimonios. Portorrico parece ser, en el buen sentido, lo que suele llamarse un ‘ratón de biblioteca’; pero evidencia además un fuerte acercamiento al género como melómano y sujeto participante de la historia que narra. Si bien su escritura se acerca al estilo, no pretende ser estrictamente académica. Se le podrían reclamar aspectos obligados de una publicación que aspira a la construcción del conocimiento científico, por ejemplo, la ausencia de una bibliografía general detallada al final del libro o la carencia de algunas citas (7).  Pero hay cualidades evidentes que, directa o indirectamente, sí contribuyen a esa construcción y que no podemos reclamarle. Son el desinterés, la perseverancia, el esfuerzo en la indagación de documentos y reunión de datos, la preocupación por argumentar, fundamentar y respaldar con hechos cada una de las ideas clave que desarrolla. Portorrico demuestra ser un apasionado de la música popular de raíz folclórica y de la historia; y escribe con la misma pasión con que investiga, poniendo todo su saber, sin mezquindad, al servicio del lector. Esto compensa sobradamente los aspectos que podrían verse como carencias académicas. La mayor virtud del libro de Portorrico radica en exponer y relacionar, casi didácticamente, una cantidad faraónica de sucesos, nombres, datos e imágenes, logrando pintar un gran fresco social que relaciona el panorama histórico mundial con el local, involucrando en la historia de la música popular elementos tan disímiles como guerras mundiales, flujos migratorios, divisiones del trabajo, políticas de estado y desarrollo de la industria cultural. Se sirve de un diseño sumamente atractivo desde lo visual y accesible en su abordaje, consistente en segmentar la escritura en secciones poco extensas y utilizar numerosos registros visuales (fotos, reproducción de publicaciones y publicidades de época) que, presentados en buena calidad, disparan la imaginación y la curiosidad. Al atractivo de las imágenes se suma la incorporación de textos breves en columnas laterales (casi pequeños relatos paralelos, alusiones concisas a ideas desarrolladas más ampliamente en el cuerpo del libro). Estas características hacen que la edición pueda ser disfrutada desde la primera y rápida hojeada que hacemos del ejemplar cuando llega a nuestras manos. La escritura es en general simple y los contenidos están respaldados por abundante documentación y bibliografía, mayoritariamente citada en pie de página. La estructura del libro se divide en dos grandes partes, cada una a su vez con particiones más pequeñas. Se advierten entre diferentes secciones algunas reiteraciones de información que podrían responder al interés del autor en reforzar ciertas ideas. En sus últimas páginas incluye además un índice onomástico de utilidad para el usuario. Mientras que la primera mitad del libro corresponde a un desarrollo cronológico de los hechos (bastante logrado a pesar del complejo entramado), en la segunda parte los títulos se ordenan de acuerdo a temáticas específicas (por ejemplo: guitarra y guitarristas; sellos editoriales y discográficos; la relación del folklore con el cine, el rock, la censura, etc.). Aquí el acotado espacio físico permite, para ciertas secciones, solo copiosas enumeraciones o un desarrollo exiguo de aspectos que podrían ser tan interesantes como extensos. Es una lástima que el libro no pueda (aunque quiera) agotar la larga lista de asuntos que se propone. Pero el compendio de información reunida es completo y constituye para muchos temas un trabajo sin antecedentes, lo que realza su valor como punto de partida y base de abordajes más profundos. En todo caso, pone en evidencia que hacen falta más publicaciones y que la investigación acerca de la música popular argentina de raíz folclórica constituye un campo inmenso y aún inexplorado donde los objetos de estudio están lejanos a agotarse. ¿Para qué tipo de público está dirigido este libro? El perfil del lector es abarcador, tan amplio y popular como la música a la que se refiere. El atractivo formato y la escritura accesible de los que ya hablamos, así como la tarea de difusión que el propio Portorrico ha hecho de la publicación (8) demuestran que su propósito es acercarla a la mayor cantidad de lectores posibles. Es un libro para tener a mano y consultar, curiosear, perderse en su laberinto de imágenes: siempre habrá algo nuevo que descubrir. Es un libro para prestar y regalar, porque de seguro quien alguna vez haya disfrutado de tararear una zamba, encontrará interés en sus páginas. En el ámbito musicológico el libro despertará sin duda inquietudes, abrirá interrogantes que podrían iniciar otros caminos de investigación. Porque el ovillo de la música popular de raíz folclórica es lo suficientemente grande como para que Portorrico solo pueda mostrarnos una pequeña punta, y tentarnos a seguir desovillando, desenredando y creando nuevos tejidos con su historia.

Angélica Adorni

(1) Expresiones popularizadas en el escenario por Julio Mahárbiz (Julio Márbiz) la primera como conductor durante largo período en el Festival Nacional de Folklore de Cosquín y la segunda por la cantante Soledad Pastorutti.

(2) Aún con la castellanización del vocablo, su uso con la letra k continúa siendo la más común fuera del ámbito de escritura académica.

(3) Juan Pablo González: Pensar la música desde América Latina (Buenos Aires: Gourmet Musical Ediciones, 2013), p. 85.

(4) Utilizo aquí el concepto en términos generales, sin ahondar en especificidades sobre su definición.

(5) González: Pensar la música..., p. 189.

(6) Oscar Chamosa: Breve historia del folclore argentino. 1920-1970: Identidad, política y nación (Buenos Aires: Edhasa, 2012). Reseñas bibliográficas 173

(7) Si bien la mayoría se encuentra a pie de página, la cantidad de datos consignados es tal que imposibilita referenciarlos en su totalidad. 174 Revista Argentina de Musicología 2017

(8) Durante 2016 hizo presentaciones en Capital Federal, Gran Buenos Aires, San Luis y Mendoza. Existe además una página en facebook para la publicación.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Noticias atrasadas y adelantos de lo que viene

Desde 2017 vengo haciendo un programa de radio por internet desde @La Imposible, emisora que transmite desde la Casa de la Militancia de H.I.J.O.S. dentro del Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos (exESMA).

El programa se titula "Eso que llamamos folklore", igual que mi reciente libro, y hasta ahora iba los miércoles desde las 20 hasta las 22. Como durante el mes de enero de 2019 la radio estará sin transmitir para hacer los necesario arreglos y ajustes, tengo previsto regresar en febrero, supuestamente en el mismo día y horario, habrá que confirmarlo.

Por lo pronto, para saber de que se trata pueden buscar los programas anteriores ingresando a radiocut.fm, seleccionar radio La Imposible y el programa Eso que llamamos folklore.


De nuevo estoy de vuelta.

Regreso o intento regresar a mi blog. Después de varios años en Facebook, me cansé de verme obligado a leer -entre muchas cosas valiosas- mucha superficialidad de juicio, mucha soberbia y necedad.

Pero hete aquí que uno necesita, por razones profesionales, estar en las "redes sociales". Entonces me acordé de mi viejo blog.

Bueno, veremos si puedo recuperar la gimnasia de publicar en el blog cosas interesantes.

Por lo pronto les aconsejo que, si quieren hacer un regalo bueno y económico a gente amante de la música popular argentina de raíz folklórica, no descarten mi reciente libro "Eso que llamamos folklore". Doscientas ocho páginas profusamente ilustradas. Índice onomástico.



Pueden solicitarlo a vientoduende@gmail.com o adquirirlo en los siguientes puntos de venta:

Ciudad de Buenos Aires
MÚSICA NUESTRA-Balcarce 1053 Local 5
CACTUS DISCOS-Uruguay 290
            INSTITUTO NACIONAL DE MUSICOLOGÍA-México 564

Vicente López, Provincia de Buenos Aires
KIOSCO DE DIARIOS Y REVISTAS Hall Hospital Municipal-Hipólito Yrigoyen 1757

Lanús, Provincia de Buenos Aires
LIBRERÍA GIORDANO-O'Higgins 2020

Córdoba:
MÚSICA NUESTRA-Achával Rodríguez 225 Local 2 Barrio Güemes

Guaymallén, Mendoza
LA GUARIDA DEL CELEBRANTE-Buenos Vecinos 7598 – Colonia Segovia

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Volviendo al ruedo

Hola amigos:

Después de casi dos años de no aparecer por aquí, desviadas mis energías hacia otros menesteres folklóricos y no tanto, decido volver para participarles que en la medida de lo posible retomaré la publicación de artículos, propios y ajenos que considere entretenidos, curiosos o útiles.

Entre las cosas que me tuvieron ocupado está la terminación de un libro para el cual vengo investigando, escribiendo y buceando desde hace varios años y que espero poder editar y dar a conocer el año próximo.

Está siendo corregido y diagramado. Quiero que sea un libro lindo, en alguna medida lujoso, de buen tamaño. Como tendrá muchas imágenes, espero poder imprimirlo en un papel adecuado. Todavía no tengo el título definitivo y estoy pensando cuál podría ser la ilustración de la portada. Pero ya falta menos.

Sigan visitándome y perdonen la larga ausencia que, como les conté, tuvo sus razones.

lunes, 31 de diciembre de 2012

En las horas finales

Un ruego, una reflexión y varios deseos.

El ruego: por la salud del presidente constitucional y democrático de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías.

La reflexión: a los políticos que piensan más en 2015 que en seguir profundizando el modelo en 2013, como parece ser el intendente de la ciudad cordobesa de Cosquín, que al parecer tiene la brillante idea de cambiarle el nombre a la plaza "Próspero Molina" para ponerle el nombre de Néstor Kirchner: ¡Déjense de joder! Con ese tipo de propuestas, lo único que consiguen es perjudicar al gobierno de Cristina. Si no lo saben, son unos boludos. Y si lo saben y lo hacen igual es porque son unos hijos de puta. No sé si he sido claro. Si quieren tanto a Néstor, pónganse a laburar, no roben, piensen en cómo hacer que el pueblo esté mejor -sobre todo la parte del pueblo que menos tiene-, amplíen derechos, ajusten obligaciones de los que tienen más, impartan más justicia, distribuyan mejor, gasten menos, trabajen para que el pueblo aprenda más y tome decisiones.

Los deseos: que en el 2013 me encuentre con más gente que sea coherente en sus dichos y sus acciones; con menos gente que trata de aparentar lo que en realidad no es; con menos gente capaz de sacrificar sus códigos y sus conciencias en aras de una migaja de limosna llámese regalo empresario: viajes, carteras, perfumes, champagnes, cenas en Puerto Madero, etc.
Que en el 2013 me encuentre con gente que sabe lo que quiere y pelea para conseguirlo y que no se conforma con un buen balcón para mirar la vida de esos otros a los que dice odiar, pero que en el fondo admira. Que en 2013 se aparte de mi camino la gente que vive juntando cosas materiales y perdiendo lo que les queda de espiritual, de ético, de moral, de amor propio, de orgullo legítimo.
Que en 2013 yo tenga el suficiente coraje para seguir sosteniendo con mi proceder aquellos principios en lo que creo, y la suficiente fuerza y salud para pagar el precio que eso cuesta. Que el 2013 un traidor no pueda más que unos cuántos. Y que esos cuántos lo derrotemos fácilmente.

Adiós 2012, bienvenido 2013.



jueves, 29 de noviembre de 2012

La película de Néstor

Espero que nadie me tilde de opositor si digo que la película de Néstor no me gustó. No soy cinéfilo, no entiendo mucho de cine, pero sé cuándo una película me llega, me conmueve, me emociona y cuándo no lo hace.
Lo mejor de la peli: los testimonios de la mamá de Néstor, de la mamá de Cristina, de Giselle Fernández, de Alicia y de la hermana menor de Néstor y el sobre todo el de Máximo, del que se desprende cómo los hijos vivieron la militancia de sus padres, confiados al cariño de sus abuelos y enlazados por un fuerte cordón familiar.
Escuché varios reportajes a la directora De Luque. Si no me equivoco, dijo que su intención fue evitar los golpes bajos. Creo que lo logró, lo que es muy elogiable, pero también creo que se le fue la mano y finalmente entregó un producto "descafeinado", no muy acorde con la personalidad del hombre al que su documental pretendió retratar.

He escuchado disertar a Jorge Coscia, he leído al menos dos de sus libros. Me pareció siempre un buen cuadro político. Me parece que cediéndole la dirección a su mujer cuando hay montones de directores cinematográficos con iguales o superiores condiciones profesionales, no le hizo un bien al proyecto que conduce Cristina.
Tampoco me parecen acertadas numerosas decisiones en el área cultural y en la política de medios de Tristán Bauer. Pero hay otros lunares, como por ejemplo, que la imagen antes "kirchnerista" y ahora "cristinista" del "folklore" sean siempre los mismos: Soledad (!), Parodi, Peteco... ¿Qué tienen que hacer Los Tekis en la Fiesta Nacional del Gaucho"? ¿Algún representante de artistas devenido asesor está metiendo a sus representados en los actos oficiales?

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cayó otro soldado

Nos conocíamos desde sus tiempos en Municipal, radio de la cual yo era oyente por Blanca Rébori, por Roberto Romero Escalada, por él y quizá por algún otro que ahora no me viene a la memoria. Después me visitaba en el Banco donde yo trabajaba, a ver si le podía conseguir un lugarcito en la pauta. No sé si lo consiguió, nunca pude influir para que lo lograra. Pero bueno, venía, tomábamos un café, charlábamos, y eso. Solíamos encontrarnos en eventos como el de la foto (Jornadas de Musicología, Manzana de las Luces, Bs. As. agosto de 1995). Él sin barba, yo con la mía y el pelo todavía negros...


Dos años después él condujo la presentación de la primera edición de mi diccionario en la Biblioteca Nacional. Rezongó porque no lo invité a presentar la segunda, en 2004, pero él ya estaba con algunas nanas y no quise someterlo a más desgaste. Cuando -después de mucho lucharla- comenzó en Nacional, me insistía para que fuese a su programa, pero apenas le di el gusto un par de veces, para los aniversarios. Con el gordo teníamos una amistad afectuosa pero distante. Debo reconocer que él hacía más por acercarse que yo. Él era , para mí, muy despelotado, anárquico. Y yo muy obsesivo y orgulloso. Pero mal que mal, de tanto en tanto nos hablábamos, nos consultábamos, nos reprochábamos algo. Invariablemente él terminaba la conversación con un "tequieromucho". Gordo, que sabías tanto, que amabas tanto a esta tierra y a sus pueblos originarios y a sus tradiciones; querido Hugo Alcaraz, gordo Betzer, cordobés, zurdo y bonachón, que descanses en paz en tu cielo de chacareras, huaynos y vidalas, que Dios o Jehová o la Pachamama o el Tata Inti te libren de escuchar a quienes hoy se arrogan ser "el folklore" y ocupan los sitios de los verdaderos valores que vos tuviste la gracia de conocer en persona. ¡Adiós! ¡Shalom! ¡Ama sua, ama llulla, ama kjella!