Última o tal vez penúltima representante de toda una época del canto surero, heredera legítima de Atahualpa, sostenedora de una línea de conducta que la mantuvo lejos de los flashes y las cámaras y cerca de la legitimidad lograda con estudio y trabajo, en el día de ayer la señora Suma Paz entró -como diría Yupanqui- al Gran Silencio.
Quienes la conocimos y la tratamos, compartimos el dolor de su partida con sus familiares y le rendimos el homenaje de nuestro reconocimiento y gratitud a esta estrella que brilló como lo hacen las verdaderas estrellas: sin estridencias.
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