Ayer, en silencio, murió Carmen Guzmán.
Casi ningún medio recogió esta noticia, velada en las primeras planas por la de la muerte de la estadounidense Donna Summer. También muriendo, Carmen señaló nuestra colonización mental. Su físico se rindió después de pelearle varios años al cáncer, años en que resistió de pie, trabajando, creando, grabando, enseñando, sin pedir ni dar cuartel. Hasta llegó a grabar algunas de sus canciones que aún permanecían inéditas en las semanas en que descansaba de la quimioterapia.
Personalmente, perdí a una amiga artista con la que tenía relación desde antes de que la música de raíz folklórica fuese para mí un objeto de investigación. Tuve el honor de merecer su afecto y su confianza, de sostener con ella largas conversaciones telefónicas, de sentarme a su exquisita mesa a tomar el té. Nos habíamos conocido casi cuarenta años atrás, cuando ella vivía en Florida junto a su madre y al inolvidable Billy, Pedro Belisario Pérez, el de "Amarraditos", el que compuso para ella "En una zamba". Hacía años que Billy estaba físicamente lejos de ella. Y remarco: era una lejanía apenas física. Porque permanente, amorosa y constantemente Carmen señalaba la presencia de Billy en su canto, en su guitarra, en su orgullosa y digna manera de vivir, de luchar, y también de morir.
Desde ayer, ella y Billy vuelven a estar juntos, en algún lugar. Que así sea.
2 comentarios:
Me da mucha bronca que en las radios de Buenos Aires, en particular en la AM de Nacional, no se haya escuchado un homenaje a Carmen, como sí escuché canciones de Donna Summer y de los Bee Gees rindiendo pleitesía a la cantante norteamericana y a Andy Gibb, fallecidos más o menos en la misma fecha que la compositora de "De Buenos Aires morena". ¡Qué colonizados que estamos!
Por correo electrónico me escribe Juan Falú:
"Yo me enteré al llegar a casa, cuando me contó Biyi del fallecimiento de Carmen Guzmán.
Antes, mi único contacto mediático había sido la radio de mi 504, por la me enteré en el programa de María O'Donnell que había muerto no sé quién de los Bee Gees.
Yo no sé ni siquiera cómo se escribe Bee Gees y me puse a pensar en mi ignorancia sobre ciertas estéticas y ciertos artistas que me pasaron por el costado.
Pensé en mi ignorancia, en el real sentido. No sé quienes son, no identifico sus músicas, no sé pronunciar ni escribir sus nombres.
Siempre paso estas reflexiones a un plano más filosófico y ético. Me pregunto sobre el conocer, sobre la necesidad del conocer, sobre si algunos estamos fuera del tiempo y sus historias o vivimos enfrascados en los tiempos íntimos, como anclados en ayeres casi siempre reducidos a micromundos.
Y acabo como al principio, descubriendo mi ignorancia.
Tengo, por otro lado, algunas certezas. Sé que me duele mi tierra y no sé si es porque la amo por ser cuna o porque tuve la dicha de que la recibiera traducida en zambas, vidalas o milongas.
Sé que también me duele la igmorancia de los otros.
Que una buena piba como María O' Donnell le dedicara tanto tiempo a esos Bee Gees que solamente me resultan familiares porque mi esposa es Biyi, me duele también.
Y me la agarro con María porque la escuché por radio, o tal vez porque por llamarse María, un nombre tan de pueblo, tan de María de Buenos Aires, esperaría de ella unas palabras por la partida de Carmen, la que nos regaló "De Buenos Morena" a todas las Marías, todos los Juanes y Pedros y Juanas, y posiblemente a todas las Jenifer y Vanesas y todos los Jonatan de hoy que ya deben saber quienes fueron los Bee Gees y no saben quien es Carmen Guzmán, como no lo deben saber ni sus padres porque, entre cosas, deben ignorar que existe un nombre llamado Carmen.
La esperanza de que cada argentino pueda tener la chance de conocer su tierra a partir de canciones como las de Carmen, se parece a la utopía que nos mantiene ligados al ayer y al mañana.
Jamás renunciaremos a ella.
Gracias, Carmen."
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