lunes, 7 de marzo de 2011

Carnaval ¿por decreto?

Está muy bien que se repongan los feriados por Carnaval. Porque era legítimo tenerlos y porque un gobierno ilegítimo los borró del calendario.

Pero la alegría no se puede imponer por decreto. Este pueblo ya no es el mismo de antes, cuando era la alegría popular la que generaba las fiestas. Este pueblo fue perdiendo la alegría junto con la simplicidad que es hermana de la inocencia. Los mismos músicos e intelectuales bien intencionados que han querido "mantener vivo" al carnaval, no han hecho otra cosa que mostrarnos un triste remedo, mejor dicho un remedo triste de la fiesta de Momo. Por estos días cualquier corso de la ciudad de Buenos Aires es la prueba más fehaciente de lo que digo. Más que corsos son corsés.

Este pueblo perdió las ganas de divertirse mucho antes de que se prohibieran los corsos, cuando le voltearon al gobierno que lo hacía más digno y feliz, cuando lo tuvieron proscripto, cuando hubo que resistirse y luchar, cuando lo sometieron al terrorismo de estado y a las miserias del capitalismo salvaje.

Hoy, las murgas, los bombos, los corsos, los disfraces; son "cosas de negros", y no de los que vienen de África, sino de los "cabezas". El carnaval "aceptable", vistoso, turístico, es desde hace años el que organizan en Corrientes o en Entre Ríos. Ambos son una burda y pobretona imitación del fastuoso y espectacular carnaval de Río de Janeiro.

Hoy por hoy algunos pretenden que sean las fiestas, en este caso el carnaval, las que generen la alegría. Eso es imposible. Si algún día retorna (seguramente retornará si no abandonamos este camino, pero no será mañana mismo), la alegría será fruto de la justicia social, del orgullo de pertenecer a una nación soberana, a una sociedad igualitaria, donde no haya excluidos, donde todos tengan oportunidad de realizarse. Nunca será fruto de un día más o menos de feriado en el calendario.

Si algún día regresa la verdadera alegría,espero que se manifieste con el carnaval más argentino posible: el ancestral de las provincias,y el carnaval porteño que conocí en mi infancia. Los culos trémulos son muy tentadores, pero además de no formar parte de mi idiosincrasia, me dan un poquito de vergüeza...

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