miércoles, 26 de septiembre de 2012

Cayó otro soldado

Nos conocíamos desde sus tiempos en Municipal, radio de la cual yo era oyente por Blanca Rébori, por Roberto Romero Escalada, por él y quizá por algún otro que ahora no me viene a la memoria. Después me visitaba en el Banco donde yo trabajaba, a ver si le podía conseguir un lugarcito en la pauta. No sé si lo consiguió, nunca pude influir para que lo lograra. Pero bueno, venía, tomábamos un café, charlábamos, y eso. Solíamos encontrarnos en eventos como el de la foto (Jornadas de Musicología, Manzana de las Luces, Bs. As. agosto de 1995). Él sin barba, yo con la mía y el pelo todavía negros...


Dos años después él condujo la presentación de la primera edición de mi diccionario en la Biblioteca Nacional. Rezongó porque no lo invité a presentar la segunda, en 2004, pero él ya estaba con algunas nanas y no quise someterlo a más desgaste. Cuando -después de mucho lucharla- comenzó en Nacional, me insistía para que fuese a su programa, pero apenas le di el gusto un par de veces, para los aniversarios. Con el gordo teníamos una amistad afectuosa pero distante. Debo reconocer que él hacía más por acercarse que yo. Él era , para mí, muy despelotado, anárquico. Y yo muy obsesivo y orgulloso. Pero mal que mal, de tanto en tanto nos hablábamos, nos consultábamos, nos reprochábamos algo. Invariablemente él terminaba la conversación con un "tequieromucho". Gordo, que sabías tanto, que amabas tanto a esta tierra y a sus pueblos originarios y a sus tradiciones; querido Hugo Alcaraz, gordo Betzer, cordobés, zurdo y bonachón, que descanses en paz en tu cielo de chacareras, huaynos y vidalas, que Dios o Jehová o la Pachamama o el Tata Inti te libren de escuchar a quienes hoy se arrogan ser "el folklore" y ocupan los sitios de los verdaderos valores que vos tuviste la gracia de conocer en persona. ¡Adiós! ¡Shalom! ¡Ama sua, ama llulla, ama kjella!

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