QUIERO QUE EL BANCO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES ME DE A MI Y A TODOS LOS OTROS COMPAÑEROS LA MEDALLA QUE NOS DEBE.
Cuando fue la crisis del 2001 se suspendió la tradición por falta de recursos.
Desde hace dos o tres años se reanudó, pero con los que se jubilan ahora.
Ninguna agrupación gremial, ni de activos ni de pasivos nos ha reivindicado.
Es hora de que nos den lo que nos ganamos laburando más de 30 años.
jueves, 1 de diciembre de 2011
martes, 30 de agosto de 2011
HAY QUE PROHIBIR LOS ÁRBOLES
Publicado el 1 de agosto 2011 en el periódico "Correveidile" de Chacras de Coria, provincia de Mendoza, Argentina
por Carlos Dante Mendoza
Debiéramos talar todos los árboles de Chacras, cortarlos impiadosamente y quemar sus ramas en una hoguera que ilumine muchas noches. Luego también nos ocuparemos de sus raíces. Las extraeremos de la tierra y quedarán por un tiempo en una vergonzosa exposición, para que todos vean y se rían de su ya moribunda desnudez. Los talaremos a todos, procuraremos que para las generaciones futuras los árboles sean un recuerdo, o mejor aún, un mito, así podrán hasta dudar si alguna vez existieron.
El tiempo, tarde o temprano, los talará definitivamente de la memoria y sus cenizas serán polvo mezclado con el de otros muertos.
Ganaremos espacios para estacionar injustificadas camionetas cuatro por cuatro, construiremos pasarelas para mostrar nuestras vulgaridades de los modos más ostentosos, prohibiremos hablar de cosas como el crujir de las hojas en otoño y los colores cálidos de los troncos. Estas medidas nos ayudarán de paso a abolir a los absurdos pájaros.
Debemos ser precisos y cuidadosos en nuestros planes, asegurarnos que no quede ni un solo árbol en el mundo –ya que estamos llevemos la propuesta más allá de Chacras-. No debe quedar ninguno, de otro modo, nuestro patético plan fracasará. Si los hombres del mañana ven a uno, tan solo uno, seguramente les despertará curiosidad la extravagancia de sus colores. Tal vez el perfume del aire después de haber rozado su follaje los enloquecerá y nunca más podrán resistirse a la belleza de los bosques. Entonces, por haberlos descubierto de improviso, por tener que cuidarlos para que crezcan y sentir la emoción –desconocida por nosotros- de tocar sus ramas, emprenderán una férrea defensa de los árboles y de las aves que los habiten y de las flores que los rodeen. Si ven uno, tan sólo uno, nada detendrá en esos hombres el afán de hermosura y dignidad que da a la vida el placer de tener un árbol, de engendrar un bosque en donde hubo un orgulloso desierto.
Nosotros, los hombres de ahora, que aborrecemos a los árboles y sabemos que pueden ser reemplazados fácilmente por plástico y acero, perderemos la batalla, pues, los hombres del mañana involucionarán hasta parecerse a nuestros abuelos, ¡qué bárbara tragedia!.
por Carlos Dante Mendoza
Debiéramos talar todos los árboles de Chacras, cortarlos impiadosamente y quemar sus ramas en una hoguera que ilumine muchas noches. Luego también nos ocuparemos de sus raíces. Las extraeremos de la tierra y quedarán por un tiempo en una vergonzosa exposición, para que todos vean y se rían de su ya moribunda desnudez. Los talaremos a todos, procuraremos que para las generaciones futuras los árboles sean un recuerdo, o mejor aún, un mito, así podrán hasta dudar si alguna vez existieron.
El tiempo, tarde o temprano, los talará definitivamente de la memoria y sus cenizas serán polvo mezclado con el de otros muertos.
Ganaremos espacios para estacionar injustificadas camionetas cuatro por cuatro, construiremos pasarelas para mostrar nuestras vulgaridades de los modos más ostentosos, prohibiremos hablar de cosas como el crujir de las hojas en otoño y los colores cálidos de los troncos. Estas medidas nos ayudarán de paso a abolir a los absurdos pájaros.
Debemos ser precisos y cuidadosos en nuestros planes, asegurarnos que no quede ni un solo árbol en el mundo –ya que estamos llevemos la propuesta más allá de Chacras-. No debe quedar ninguno, de otro modo, nuestro patético plan fracasará. Si los hombres del mañana ven a uno, tan solo uno, seguramente les despertará curiosidad la extravagancia de sus colores. Tal vez el perfume del aire después de haber rozado su follaje los enloquecerá y nunca más podrán resistirse a la belleza de los bosques. Entonces, por haberlos descubierto de improviso, por tener que cuidarlos para que crezcan y sentir la emoción –desconocida por nosotros- de tocar sus ramas, emprenderán una férrea defensa de los árboles y de las aves que los habiten y de las flores que los rodeen. Si ven uno, tan sólo uno, nada detendrá en esos hombres el afán de hermosura y dignidad que da a la vida el placer de tener un árbol, de engendrar un bosque en donde hubo un orgulloso desierto.
Nosotros, los hombres de ahora, que aborrecemos a los árboles y sabemos que pueden ser reemplazados fácilmente por plástico y acero, perderemos la batalla, pues, los hombres del mañana involucionarán hasta parecerse a nuestros abuelos, ¡qué bárbara tragedia!.
miércoles, 24 de agosto de 2011
¿RENOVADOR O CONSERVADOR?
Admirado por mí y por mis amigos desde mucho antes, Chango era para nosotros un ídolo a imitar. En 1993 le hice al músico (del legislador porteño mejor olvidarse) un reportaje en su casa. Habló más de una hora y media. Muchos se sorprenderían y le pondrían algún cartelito: renovador, conservador, iluminado, precursor, tradicionalista... No puedo transcribir aquí esa cinta, pero les dejo el enlace a una de sus últimas entrevistas aparecida en un medio gráfico que lo pinta de cuerpo entero:
http://www.elargentino.com/nota-150658-No-creo-que-Yupanqui-pudiera-tocar-en-un-festival.html
Saquen sus conclusiones. Y no dejen de escuchar a Los Huanca Huá, el Grupo Vocal Argentino, MPA Músicos Populares Argentinos, La Manija y sus discos con Marián y Manolo Juárez,que son su mejor legado.
http://www.elargentino.com/nota-150658-No-creo-que-Yupanqui-pudiera-tocar-en-un-festival.html
Saquen sus conclusiones. Y no dejen de escuchar a Los Huanca Huá, el Grupo Vocal Argentino, MPA Músicos Populares Argentinos, La Manija y sus discos con Marián y Manolo Juárez,que son su mejor legado.
miércoles, 17 de agosto de 2011
PAISANO DON JOSÉ
Paisano,
al pie de su monumento pienso:
América del Sur está esperando.
Pienso en la anchura de su corazón;
en su alma, paloma que vuela
hacia el renunciamiento…
Pienso en la sombra criolla de su piel
y en el brillo continental
de su pensamiento libertario…
Don José,
América del Sur está esperando.
Los pueblos hijos de su sable
estamos orgullosos de su gesta,
tanto que a veces solemos distraernos
entre burdas imitaciones de lo esencial
y sólo insuflamos nuestras bocas
con esa enorme palabra que es Soberanía
Solemos olvidarnos que su acero
nunca entró en carne latinoamericana.
¡Que pena habernos matado
tanto entre nosotros
como si fuéramos presa del olvido!
Paisano Don José,
nos está faltando su voz que nos recuerde
que América del Sur está esperando.
Juan Carlos Ghioni
Poeta, guitarrero y cantor de Junín, Prov. Buenos Aires
Imagen: José de San Martín por Fidel Roig Matons
Etiquetas:
América del Sur,
José de San Martín
lunes, 13 de junio de 2011
EL CUBO DE PALERMO - Por Juan Sasturain
Aunque parezca el título de una novela de Umberto Eco, no lo es. El cubo de Palermo es apenas (o nada menos que) el intento de descripción de una forma euclidiana, un cuerpo geométrico ideal, un imaginario paralelepípedo regular (así se dice), un dado descomunal y transparente, un cubo hecho de aire y vértigo, espacio puro de tormenta (diría De Santis): el hábitat natural y de caza, el monoambiente móvil, el espacio vital y mortal, el microclima ominoso, the moveable jail dentro de la cual se movió siempre Martín Palermo –animal, fiera noble y persistente, depredador natural, genuino (de genes) nueve de área– durante todos los años de sus tantas campañas.
Lo de campañas suena bien –mucho mejor que carrera o trayectoria– para Martín, el Campeador. Porque hay todo tipo de goleadores: explosivos, aparatosos y calientes, fríos como cirujanos, ocasionales, solapados, incluso furtivos cazadores de sobras y rebotes, minimalistas... Martín es el goleador franco, alevoso, ostensible, frontal y de referencia, el goleador campante. En él, la vocación es (en términos lógicos) anterior al oficio, y lo sostiene, le da ese plus indefinible. Quiero decir: la disposición, la actitud sostenida precede al desarrollo de la aptitud creciente. Y pareciera que la vocación primera no es jugar al fútbol sino hacer goles. Contemporáneamente, y en otro registro de jugador, sólo en Batistuta se da una condición tan radical y definitiva.
Pero, volviendo al cubo, creo que uno de los secretos de la eficacia de Martín a lo largo de tantos años (con picos de excelencia lejanos en el tiempo, pero que no obstante le han permitido mantenerse vigente hasta ahora en este fútbol nuestro), uno de los secretos –digo, y no descubro nada nuevo– ha sido su capacidad (actitud + aptitud) para ofrecerse como potencial receptor, amplio y generoso, sobre todo para el envío aéreo, de sus ocasionales compañeros.
Quiero decir: cuando alguien apto para la habilitación –fuera el Mellizo, Román o Rodrigo en los últimos años– tenía como referencia a Martín en el área, más precisamente “en la Troya”, que le dicen; ya viniera por derecha o por izquierda para tirar centro atrás rasante o pasado a la carrera; ya lo buscase con tiro libre frontal o habilitación vertical en ataque o contragolpe; cualquiera de esos compañeros sabía, sentía, que el Titán no necesitaba la pelota milimétrica en la cabeza o en el pie zurdo. No: bastaba la mínima aproximación.
La experiencia indica que, en sus mejores momentos, el área de recepción útil de Palermo (el espacio en que cada pelota que le llegaba él podía convertir en aprovechable oportunidad de gol) era, aproximadamente, un cubo de algo más de tres metros de lado: entre 27 y 30 metros cúbicos de corazón de área, con él en el centro. Si la pelota enviada por el compañero caía en algún punto de ese cubo imaginario que solía coincidir con el punto del penal o sus inmediatos alrededores, Martín la alcanzaría, le daría, la desviaría hacia el arco y acaso a la red. De cualquier manera.
Por abajo, por arriba, de lleno o pifiado, con la frente, con el parietal derecho, con el izquierdo, con la coronilla, con la rodilla, estirando el pie, con el pecho o el hombro, zambulléndose con las muelas, de taco, con extraña chilena, con una tijera fuera de los libros, de volea de derecha, de izquierda, de puntazo y de puntín, con los dos pies a la vez, colgándose del travesaño, con el culo, con el tobillo, con la cara, con la oreja y el hombro... Y eso, solo o acompañado: no importó nunca si había otros habitantes ocasionales –marcadores, arquero, compañeros– dentro de su cubo de influencia. El iba. Y llegaba, solía llegar. Siempre.
En los últimos tiempos, la precisión y oportunidad de los proveedores de buenas pelotas aprovechables –incluso por él– escaseó a su alrededor y, en general, en su deslucido equipo. En el mismo sentido, es probable que con los años el cubo virtual haya ido disminuyendo en su tamaño. Es evidente que no llegaba tan lejos ni tantas veces a conectar lo que le tiraban. Sin embargo, Martín siempre fue. A eso se refería Bianchi al definirlo como un “optimista del gol”: nunca calculó el porcentaje de posibilidades que tenía de llegar antes de ir.
Eso lo ha hecho un jugador inclasificable (mucho más inteligente que hábil; más serio que loco) y un goleador único, sostenido por una fortaleza física y mental a toda prueba.
Grande, Martín.
Extraído del diario Página 12 del 13-06-2011
Etiquetas:
Barros Schelotto,
Boca,
goleadores,
Juan Román Riquelme,
Martín Palermo,
Palacio
jueves, 9 de junio de 2011
1956 - 9 DE JUNIO - 2011
Homenaje a los fusilados de 1956
¡TANTAS COSAS!
Hace años compañeros, yo decía:
"Mi tierra es ancha y honda;
al norte, los arados, las guitarras;
al sur el mar sonoro, nuestras costas.
Un hombre con olor a palo santo
siembra los surcos, canta, se enamora."
Hace años, compañeros, yo decía...
¡Pero han pasado tantas, tantas cosas!
Llegaron entre balas. Fusilando.
Llenos de hiel. De maldición. De costras.
Venían con el alma emponzoñada
espumosas las ingles y las bocas.
Eran los niños bien. Los estudiantes.
Las damas copetudas. Y "católicas".
Las que creen que la Iglesia y los altares
son un cómodo y chic salón de modas.
Y ofrendaron un ramo de cadáveres.
¡Pobre Córdoba!
Mancharon las campanas. Los misales.
¡Pobre Córdoba!
Y en nombre de Jesús todas las calles
se llenaron de sangre ¡Pobre Córdoba!
¡Se poblaron de muertos populares!
¡Pobre! ¡Pobre Córdoba!
El tiempo los siguió como una víbora.
Y la víbora fue a morder la historia.
Sus nombres quedarán junto al de Judas
y sus hijos tendrán las manos rojas.
Videla Balaguer. Náusea del mundo.
Hiena podrida. Santulón hipócrita.
¡El cielo de la patria estará limpio
cuando cuelgues hediondo de una horca!
Vinieron después otros.¡Fue lo mismo!
¿Qué enfermas mancerías les dio formas?
Capitanes gorilas. Asesinos.
Deshonra de las armas. Pies y botas.
¡La tierra está afilando los puñales!
¡El viento está buscando las carótidas!
Capitanes gorilas. ¡Asesinos!
¡Mirad, mirad la patria, cómo llora!
Lotearon la Nación. ¡Rompieron todo!
Blequearon con estiércol sus palomas.
Y el pueblo, nuestro pueblo, el pueblo entero
quedó a disposición de la Corona.
Los hombres de la Armada. Los marinos,
-miserables sirvientes de la Logia-
lucieron su uniforme de etiqueta,
su sucia aristocracia cipayona.
"Ya no nos queda nada" me decía
una humilde muchacha de la Boca.
"Ya no nos queda nada, compañero,
como no sea llorar nuestra deshonra".
¡Mujeres del país! ¡Varones criollos!
Sabemos quiénes son. Cómo maniobran.
Conocemos sus nombres. Sus patrones.
Y entendemos también por qué nos odian.
Pero de pronto el tiempo se detuvo.
Y desde entonces fue la misma hora.
Una hora interminable, larga, seca.
Hora medida con reloj de sombras.
Y allí quedaron Valle e Ibazeta
con la sangre colgada de la gloria.
Y allí quedó Cortínes y Cogorno
fundidos con la patria y con la historia.
Y allí quedamos todos, fusilados,
sin corazón, sin alma, sin memoria.
Pero hay un hombre nuestro en el destierro.
Un hombre con sabor a cosa propia
que les marca los días, los minutos,
que toma las medidas de sus fosas
y un alba volverá para que el viento
pueda cantar de nuevo entre las rosas.
Juan Quebracho
Seudónimo del poeta salteño Antonio Nella Castro (1921-1989), autor entre otras canciones de "Zamba del chaguanco", "La diablera", "La poncho colorado", "Vidala para dormir un chango pobre", "Navidad 2000" y "Juanito Laguna se baña en el río", todas con música de Hilda Herrera.
¡TANTAS COSAS!
Hace años compañeros, yo decía:
"Mi tierra es ancha y honda;
al norte, los arados, las guitarras;
al sur el mar sonoro, nuestras costas.
Un hombre con olor a palo santo
siembra los surcos, canta, se enamora."
Hace años, compañeros, yo decía...
¡Pero han pasado tantas, tantas cosas!
Llegaron entre balas. Fusilando.
Llenos de hiel. De maldición. De costras.
Venían con el alma emponzoñada
espumosas las ingles y las bocas.
Eran los niños bien. Los estudiantes.
Las damas copetudas. Y "católicas".
Las que creen que la Iglesia y los altares
son un cómodo y chic salón de modas.
Y ofrendaron un ramo de cadáveres.
¡Pobre Córdoba!
Mancharon las campanas. Los misales.
¡Pobre Córdoba!
Y en nombre de Jesús todas las calles
se llenaron de sangre ¡Pobre Córdoba!
¡Se poblaron de muertos populares!
¡Pobre! ¡Pobre Córdoba!
El tiempo los siguió como una víbora.
Y la víbora fue a morder la historia.
Sus nombres quedarán junto al de Judas
y sus hijos tendrán las manos rojas.
Videla Balaguer. Náusea del mundo.
Hiena podrida. Santulón hipócrita.
¡El cielo de la patria estará limpio
cuando cuelgues hediondo de una horca!
Vinieron después otros.¡Fue lo mismo!
¿Qué enfermas mancerías les dio formas?
Capitanes gorilas. Asesinos.
Deshonra de las armas. Pies y botas.
¡La tierra está afilando los puñales!
¡El viento está buscando las carótidas!
Capitanes gorilas. ¡Asesinos!
¡Mirad, mirad la patria, cómo llora!
Lotearon la Nación. ¡Rompieron todo!
Blequearon con estiércol sus palomas.
Y el pueblo, nuestro pueblo, el pueblo entero
quedó a disposición de la Corona.
Los hombres de la Armada. Los marinos,
-miserables sirvientes de la Logia-
lucieron su uniforme de etiqueta,
su sucia aristocracia cipayona.
"Ya no nos queda nada" me decía
una humilde muchacha de la Boca.
"Ya no nos queda nada, compañero,
como no sea llorar nuestra deshonra".
¡Mujeres del país! ¡Varones criollos!
Sabemos quiénes son. Cómo maniobran.
Conocemos sus nombres. Sus patrones.
Y entendemos también por qué nos odian.
Pero de pronto el tiempo se detuvo.
Y desde entonces fue la misma hora.
Una hora interminable, larga, seca.
Hora medida con reloj de sombras.
Y allí quedaron Valle e Ibazeta
con la sangre colgada de la gloria.
Y allí quedó Cortínes y Cogorno
fundidos con la patria y con la historia.
Y allí quedamos todos, fusilados,
sin corazón, sin alma, sin memoria.
Pero hay un hombre nuestro en el destierro.
Un hombre con sabor a cosa propia
que les marca los días, los minutos,
que toma las medidas de sus fosas
y un alba volverá para que el viento
pueda cantar de nuevo entre las rosas.
Juan Quebracho
Seudónimo del poeta salteño Antonio Nella Castro (1921-1989), autor entre otras canciones de "Zamba del chaguanco", "La diablera", "La poncho colorado", "Vidala para dormir un chango pobre", "Navidad 2000" y "Juanito Laguna se baña en el río", todas con música de Hilda Herrera.
Etiquetas:
Cogorno,
Cortines,
Fusilamientos,
Ibazeta,
José León Suárez,
Juan José Valle
miércoles, 1 de junio de 2011
LA OBRA MUSICAL DE CARLOS GUASTAVINO (2da. parte)
Con el auspicio de Radio Nacional Clásica, anoche se presentó en el auditorio de la emisora el libro escrito por la Dra. Silvina Mansilla.
El panel estuvo integrado por Pablo Kohan, musicólogo y director de la radio; Martín Liut, músico, periodista e investigador, y quien esto escribió.
La numerosa concurrencia pudo deleitarse luego con las interpetaciones de la pianista Denise Reichart y la mezzosoprano Virginia Correa Dupuy acompañada por el pianista Antonio Fornaro.
El libro ya está en las librerías más importantes de todo el país, junto con otros doce interesantes títulos de la editorial Gourmet Musical.
El panel estuvo integrado por Pablo Kohan, musicólogo y director de la radio; Martín Liut, músico, periodista e investigador, y quien esto escribió.
La numerosa concurrencia pudo deleitarse luego con las interpetaciones de la pianista Denise Reichart y la mezzosoprano Virginia Correa Dupuy acompañada por el pianista Antonio Fornaro.
El libro ya está en las librerías más importantes de todo el país, junto con otros doce interesantes títulos de la editorial Gourmet Musical.
martes, 31 de mayo de 2011
LA OBRA MUSICAL DE CARLOS GUASTAVINO
Clic sobre la imagen para ampliarla
Un trabajo minucioso y detallado sobre el compositor santafesino, su tiempo, sus intérpretes, su incursión en la música popular, sus críticos. Y además es ameno y entretenido. Muy recomendable.
Un trabajo minucioso y detallado sobre el compositor santafesino, su tiempo, sus intérpretes, su incursión en la música popular, sus críticos. Y además es ameno y entretenido. Muy recomendable.
lunes, 30 de mayo de 2011
ARTE Y ESPERANZA
Una forma elegante y criolla de ayudar a los pueblos originarios:
Para ampliar, clic sobre las fotos
Valoración del trabajo artesanal y retribución justa para el artesano.
Colaboraron como modelos la cantante peruana Lila Downs, Soledad y Natalia Pastorutti y Facundo Arana. (Muchas gracias)
Para ampliar, clic sobre las fotos
Valoración del trabajo artesanal y retribución justa para el artesano.
Colaboraron como modelos la cantante peruana Lila Downs, Soledad y Natalia Pastorutti y Facundo Arana. (Muchas gracias)
lunes, 23 de mayo de 2011
En memoria de Atahualpa Yupanqui
Carta abierta sin tiempo para los nuevos intérpretes, compositores y la industria discográfica toda, escrita por Atahualpa en el Mayo de 1936 para ser leida HOY...
La música y la tierra
"La música es un accidente de la tierra misma, por eso en las montañas, selvas y llanuras americanas, las canción nativa es el resultado de una fusión admirable: el paisaje y el hombre. Nuestra canción vernácula tiene méritos sobrados para penetrar en este civilizado Buenos Aires y ocupar un lugar de preferencia en todos los espíritus que sientan la verdad de las tradiciones puras.
El progreso es un símbolo de civilización, pero civilizar no significa elevarse.
El peligro de la civilización –he dicho peligro, no obstáculo- radica en la intención misma de estilizar. Para enriquecer musicalmente uno de nuestros simples temas campesinos es menester sentir y comprender en lo profundo de su relación universal la esencia del sentimiento nativo.
Todo temperamento sin cultura muere; hay que estimular a los jovenes compositores.
Todo aquel que quiera llevar nuestras melodías y rítmos autóctonos al terreno de la estilización debiera formularse en lo profundo de sí mismo estas preguntas: ¿Habré llegado a penetrar las sugestiones del paisaje donde nació esta música? ¿Seré yo capaz de decir eso que no dice esta canción?
Si alcanza las respuestas, el estilizador podrá iniciar nomás su trabajo. Indoamérica perdurará en su obra; pero si la estilización responde al deseo de hacer algo nuevo que guste al oyente, nuestro folklore auténtico servirá sólo para encumbrar vanidades, el alma nativa seguirá en la quietud de los valles, en la amplitud de las llanuras, entristecida de ver que es gente americana quien explota y comercia los dulces cantares de la tierra, las hondas expresiones del espíritu que merecieron el respeto y la admiración hasta del duro conquistador. Y en Buenos Aires el folklore seguirá siendo para algunos una misión, para otros algo que está de moda, y para la gran mayoría una industria."
Etiquetas:
estilización,
industria,
moda,
música nativa
jueves, 10 de marzo de 2011
Saluzzi: más reflexiones sobre el folklore y la cultura
Dice lo suyo Dino Saluzzi
“Es una injuria severa lo que se me ha hecho”
Para los de más de cincuenta, Saluzzi es un emblema de la cultura salteña. Sus paisajes sonoros, poblados de melancolía abren senderos que enaltecen a los tres géneros de la música popular.
Dino Saluzzi es bandoneonista, compositor. Cultiva el respeto hacia la música como pocas veces se ha visto sobre algún escenario. Nació en 1935 en Campo Santo y a los siete años ya ensayaba melodías con el fuelle.
Para los de más de cincuenta, Saluzzi es un emblema de la cultura salteña. Sus paisajes sonoros, poblados de melancolía abren senderos que enaltecen a los tres géneros de la música popular.
Con todo, los más jóvenes, tal vez no conozcan su arte y otros -no adrede- no lo comprendan como para escucharlo en silencio.
Así, luego de veinte años de ausencia, el músico retornó al escenario Payo Solá, pero el público de la Serenata a Cafayate lo silbó y él se retiró tras jurar que no volvería a pisar un escenario folclórico.
Tal vez en él se cumpla la frase que reza que ‘nadie es profeta en su tierra‘ o tal vez no. Luego de aquel desafortunado 18 de febrero, Saluzzi dialogó en exclusiva con El Tribuno. Dio su visón de los hechos, habló del público, los organizadores y su pasión por la música.
‘Creo que lo que sucedió durante mi actuación fue una cosa preparada. O sea, me tendieron una trampa. Porque empezaron los silbidos y no sabían ni siquiera qué estábamos tocando. Ése es el principio de la cosa.
Pero esto ya pertenece al pasado y yo he revertido la situación. En el sentido de que nunca imaginé que yo tuviera tantos adeptos. Me has escrito mails de apoyo y amistad desde Europa, Estados Unidos o Venezuela. La gente no come vidrio. Sabe. Y separó la paja del trigo. Esto me alienta muchísimo porque hay gente a la que realmente le interesa y respeta las músicas que da nuestra patria. Para mí fue absolutamente positivo‘. En un tono reflexivo el músico analiza los tristes hechos que lo tuvieron como protagonista y recalca:
‘Tengo -por supuesto- el dolor de ser rechazado, pero la convicción de que uno hace las cosas y la gente no tiene la obligación de apoyarlo o no apoyarlo. Y en Cafayate eligieron algo que no va conmigo. Porque yo soy un músico, no soy un folclorista. En mi trabajo, tomo la música del folclore; la desarrollo y trato de que eso sea una obra artística. Eso me quedó muy claro‘.
-Tal vez el público de los festivales no está acostumbrado a música de esa profundidad
Más que la preparación del público, es la idoneidad de quienes organizan, con el dinero del erario público -no con su dinero personal, por supuesto, sino con el dinero que da el gobierno-, han demostrado que muchas veces se confunde todo por falta de idoneidad. No son personas malas. Son personas ignorantes que no saben qué tienen que hacer, no conocen nada. Entonces juntan todo y amontonan todo. Eso no es posible. La música, principalmente tiene que tener un ámbito donde no pierda valor y donde la música esté representada por músicos. Porque si son todos cantores -ni siquiera cantantes-, cantores de peña -de vinito, de carnaval y todas esas cosas-yo estoy muy al margen de eso.
No me gusta ver a la gente enajenada por el alcohol o ebria, me da pena. Yo he tenido un problema familiar muy grande con respecto del alcohol. El lugar donde se vende alcohol y se hace música ya deja de ser un ámbito propicio para la música. Porque la música es el producto del pensamiento y del trabajo, es un elemento muy importante que sirve para la educación de las personas. Cuando eso no está en manos de gente que sabe. Creo que hay que acomodar las cosas, en el buen sentido.
Considero, incluso, que Cafayate puede llegar a ser un festival de bastante importancia, pero tiene que estar hecho por gente que sabe. Lo mismo Cosquín. La gente confunde quiénes son músicos. Habría que tener un poco más de respeto para la música. Si dicen ‘folclore‘ y la gente va y se divierte, baila, come, chupa, está en todo su derecho. Nadie puede oponerse a ello. Sucede que la música tiene que tener un ámbito especial. Es indudable.
Porque ya sabemos que en lugar de ser una muestra de lo que sucede en el acervo musical y en la cultura popular del país, son un borracherío. Ya no se escucha ni una zamba.
-Muchas veces se quiere homenajear a los grandes, pero se recae en formas equivocadas ¿cree que eso sucedió con usted?
No sé. El gran problema de la música argentina es el festival folclórico. Porque generalmente se hace como una bacanal. Entonces ninguna de las cosas que son el resultado del trabajo de esos muchachos que se dedican a hacer esa media música que es el folclore es apreciado en su verdadera dimensión.
Parece un certamen incomprensible, una cosa rara. Se ha cometido un error -a mí se ocurre- con fines políticos. Porque todas las canciones que se escuchan son una aberración literaria. Es mucho lo que se ha dañado con eso. Se ha promovido el facilismo. Se ha demostrado que se puede juntar a 20 mil personas aplaudiendo una cosa que no tiene absolutamente ningún valor.
-¿Por qué cree que ocurre que sucede eso?
La labor de educación, de la formación de la juventud argentina, queda relegada a un segundo plano. Porque no se tiene información.
Por ejemplo, ahora van a comenzar las clases. Las autoridades no piensan que generan un ejemplo peligrosísimo para la juventud. Porque la juventud va a concurrir a clase, habrá aumento de salarios para los docentes, pero lo más importante es insistir y encontrar la manera de incentivar el estudio y la dedicación. Los chicos van al colegio y no estudian nada, por todo este tipo de ejemplos.
Yo estoy a punto -voy a tratarlo con mi abogado- (no es una amenaza sino que yo quiero ver si puedo seguir ayudando a las buenas maneras en la educación) hacer una demanda a la municipalidad de Cafayate por injurias. Es una injuria severa lo que se me ha hecho.
-Usted hablaba de la importancia de la educación y todo artista responsable es docente, en tanto muestra maneras de ver el mundo
Una persona que, de alguna manera, accede a la música; accede también a su sensibilidad. La sensibilidad apunta hacia la fraternidad y -por qué no decirlo, aunque está muy bastardeada la palabra-al amor, al respeto, las buenas maneras desde todo punto de vista.
Saluzzi explica: ‘los directores de cultura tienen que dejar de cobrar el sueldo y estar sentados haciendo tonterías, tienen que dedicarse a trabajar por la comunidad. Los directores de cultura son las personas que toman el pulso, no solamente al académico, al que estudia en el colegio secundario, sino a toda la población.
En ese aspecto, el director de cultura, educación o turismo no está trabajando bien, el escenario de Cafayate tiene problemas de construcción bastante serios. Ahí cualquier día va a haber un accidente grave. Es un desastre para la protección de las personas‘.
El bandoneonista recuerda la frase con la que abandonó Cafayate y asegura: “Si bien dije no piso más un escenario folclórico, no quiere decir que me ausente de la música folclórica. El folclore ha servido de inspiración para toda la música del mundo. Es el germen de la gran música -así como lo es el tango y la música del Litoral-, pero necesita pasar por manos de músicos. Nosotros perdemos lo esencial. La música queda sin geografía. Se ha perdido la raíz por culpa de los depredadores. Todos cantan, pero son pocos los que han estudiado música. Todos cantan y cantan de una manera sospechosa, desafinada, con letras absurdas. Hay una falta de respeto al ‘Cuchi‘ Leguizamón, a Falú, a Perdiguero, al Payo Solá, a Marcos Tames, a José Lo Giúdice, músicos que fueron de Salta”.
-¿Existe una tibieza, una falta de compromiso en los compositores actuales?
Sí, es por la falta de conocimiento. Hay que investigar muchísimo para hacer música argentina. Sobre todo porque se retuvo la música en Ginastera, en los Castro. Manolo Juárez, el Negro Lagos, fueron personas que se ocuparon de estudiar y fueron responsables con lo que hacían. Estos chicos de ahora piensan sólo en el aplauso y en el griterío de la gente. Hay una gran confusión y no sé lo que va a pasar. Yo tengo grandes esperanzas, sigo peleando por el folclore y por la música argentina.
Finalmente, recobrado del dolor por el apoyo de sus admiradores, Saluzzi habla de su pasión: “La música es el resultado de la razón y el discernimiento. De la captación de los sentires profundos del alma, de la percepción de los avisos o mensajes de las cosas inanimadas que nos acompañan, de los movimientos de la naturaleza y los astros, de las energías que empujan para salir y que están en nuestro pasado y estarán en nuestro futuro. Viene de la necesidad imperiosa de un remedo para una realidad eternamente adversa. De una ventanita de luz al misterio de la vida, de la esperanza de encontrar de a poco, en la oscuridad, la montaña que nos lleva a la paz de la paz.”
Nota aparecida en http://www.eltribuno.info/salta/diario/2011/03/06/salta/201ces-una-injuria-severa-lo-que-se-me-ha-hecho201d
Los énfasis a las palabras de Saluzzi se los he puesto yo porque reafirman opiniones mías.
“Es una injuria severa lo que se me ha hecho”
Para los de más de cincuenta, Saluzzi es un emblema de la cultura salteña. Sus paisajes sonoros, poblados de melancolía abren senderos que enaltecen a los tres géneros de la música popular.
Dino Saluzzi es bandoneonista, compositor. Cultiva el respeto hacia la música como pocas veces se ha visto sobre algún escenario. Nació en 1935 en Campo Santo y a los siete años ya ensayaba melodías con el fuelle.
Para los de más de cincuenta, Saluzzi es un emblema de la cultura salteña. Sus paisajes sonoros, poblados de melancolía abren senderos que enaltecen a los tres géneros de la música popular.
Con todo, los más jóvenes, tal vez no conozcan su arte y otros -no adrede- no lo comprendan como para escucharlo en silencio.
Así, luego de veinte años de ausencia, el músico retornó al escenario Payo Solá, pero el público de la Serenata a Cafayate lo silbó y él se retiró tras jurar que no volvería a pisar un escenario folclórico.
Tal vez en él se cumpla la frase que reza que ‘nadie es profeta en su tierra‘ o tal vez no. Luego de aquel desafortunado 18 de febrero, Saluzzi dialogó en exclusiva con El Tribuno. Dio su visón de los hechos, habló del público, los organizadores y su pasión por la música.
‘Creo que lo que sucedió durante mi actuación fue una cosa preparada. O sea, me tendieron una trampa. Porque empezaron los silbidos y no sabían ni siquiera qué estábamos tocando. Ése es el principio de la cosa.
Pero esto ya pertenece al pasado y yo he revertido la situación. En el sentido de que nunca imaginé que yo tuviera tantos adeptos. Me has escrito mails de apoyo y amistad desde Europa, Estados Unidos o Venezuela. La gente no come vidrio. Sabe. Y separó la paja del trigo. Esto me alienta muchísimo porque hay gente a la que realmente le interesa y respeta las músicas que da nuestra patria. Para mí fue absolutamente positivo‘. En un tono reflexivo el músico analiza los tristes hechos que lo tuvieron como protagonista y recalca:
‘Tengo -por supuesto- el dolor de ser rechazado, pero la convicción de que uno hace las cosas y la gente no tiene la obligación de apoyarlo o no apoyarlo. Y en Cafayate eligieron algo que no va conmigo. Porque yo soy un músico, no soy un folclorista. En mi trabajo, tomo la música del folclore; la desarrollo y trato de que eso sea una obra artística. Eso me quedó muy claro‘.
-Tal vez el público de los festivales no está acostumbrado a música de esa profundidad
Más que la preparación del público, es la idoneidad de quienes organizan, con el dinero del erario público -no con su dinero personal, por supuesto, sino con el dinero que da el gobierno-, han demostrado que muchas veces se confunde todo por falta de idoneidad. No son personas malas. Son personas ignorantes que no saben qué tienen que hacer, no conocen nada. Entonces juntan todo y amontonan todo. Eso no es posible. La música, principalmente tiene que tener un ámbito donde no pierda valor y donde la música esté representada por músicos. Porque si son todos cantores -ni siquiera cantantes-, cantores de peña -de vinito, de carnaval y todas esas cosas-yo estoy muy al margen de eso.
No me gusta ver a la gente enajenada por el alcohol o ebria, me da pena. Yo he tenido un problema familiar muy grande con respecto del alcohol. El lugar donde se vende alcohol y se hace música ya deja de ser un ámbito propicio para la música. Porque la música es el producto del pensamiento y del trabajo, es un elemento muy importante que sirve para la educación de las personas. Cuando eso no está en manos de gente que sabe. Creo que hay que acomodar las cosas, en el buen sentido.
Considero, incluso, que Cafayate puede llegar a ser un festival de bastante importancia, pero tiene que estar hecho por gente que sabe. Lo mismo Cosquín. La gente confunde quiénes son músicos. Habría que tener un poco más de respeto para la música. Si dicen ‘folclore‘ y la gente va y se divierte, baila, come, chupa, está en todo su derecho. Nadie puede oponerse a ello. Sucede que la música tiene que tener un ámbito especial. Es indudable.
Porque ya sabemos que en lugar de ser una muestra de lo que sucede en el acervo musical y en la cultura popular del país, son un borracherío. Ya no se escucha ni una zamba.
-Muchas veces se quiere homenajear a los grandes, pero se recae en formas equivocadas ¿cree que eso sucedió con usted?
No sé. El gran problema de la música argentina es el festival folclórico. Porque generalmente se hace como una bacanal. Entonces ninguna de las cosas que son el resultado del trabajo de esos muchachos que se dedican a hacer esa media música que es el folclore es apreciado en su verdadera dimensión.
Parece un certamen incomprensible, una cosa rara. Se ha cometido un error -a mí se ocurre- con fines políticos. Porque todas las canciones que se escuchan son una aberración literaria. Es mucho lo que se ha dañado con eso. Se ha promovido el facilismo. Se ha demostrado que se puede juntar a 20 mil personas aplaudiendo una cosa que no tiene absolutamente ningún valor.
-¿Por qué cree que ocurre que sucede eso?
La labor de educación, de la formación de la juventud argentina, queda relegada a un segundo plano. Porque no se tiene información.
Por ejemplo, ahora van a comenzar las clases. Las autoridades no piensan que generan un ejemplo peligrosísimo para la juventud. Porque la juventud va a concurrir a clase, habrá aumento de salarios para los docentes, pero lo más importante es insistir y encontrar la manera de incentivar el estudio y la dedicación. Los chicos van al colegio y no estudian nada, por todo este tipo de ejemplos.
Yo estoy a punto -voy a tratarlo con mi abogado- (no es una amenaza sino que yo quiero ver si puedo seguir ayudando a las buenas maneras en la educación) hacer una demanda a la municipalidad de Cafayate por injurias. Es una injuria severa lo que se me ha hecho.
-Usted hablaba de la importancia de la educación y todo artista responsable es docente, en tanto muestra maneras de ver el mundo
Una persona que, de alguna manera, accede a la música; accede también a su sensibilidad. La sensibilidad apunta hacia la fraternidad y -por qué no decirlo, aunque está muy bastardeada la palabra-al amor, al respeto, las buenas maneras desde todo punto de vista.
Saluzzi explica: ‘los directores de cultura tienen que dejar de cobrar el sueldo y estar sentados haciendo tonterías, tienen que dedicarse a trabajar por la comunidad. Los directores de cultura son las personas que toman el pulso, no solamente al académico, al que estudia en el colegio secundario, sino a toda la población.
En ese aspecto, el director de cultura, educación o turismo no está trabajando bien, el escenario de Cafayate tiene problemas de construcción bastante serios. Ahí cualquier día va a haber un accidente grave. Es un desastre para la protección de las personas‘.
El bandoneonista recuerda la frase con la que abandonó Cafayate y asegura: “Si bien dije no piso más un escenario folclórico, no quiere decir que me ausente de la música folclórica. El folclore ha servido de inspiración para toda la música del mundo. Es el germen de la gran música -así como lo es el tango y la música del Litoral-, pero necesita pasar por manos de músicos. Nosotros perdemos lo esencial. La música queda sin geografía. Se ha perdido la raíz por culpa de los depredadores. Todos cantan, pero son pocos los que han estudiado música. Todos cantan y cantan de una manera sospechosa, desafinada, con letras absurdas. Hay una falta de respeto al ‘Cuchi‘ Leguizamón, a Falú, a Perdiguero, al Payo Solá, a Marcos Tames, a José Lo Giúdice, músicos que fueron de Salta”.
-¿Existe una tibieza, una falta de compromiso en los compositores actuales?
Sí, es por la falta de conocimiento. Hay que investigar muchísimo para hacer música argentina. Sobre todo porque se retuvo la música en Ginastera, en los Castro. Manolo Juárez, el Negro Lagos, fueron personas que se ocuparon de estudiar y fueron responsables con lo que hacían. Estos chicos de ahora piensan sólo en el aplauso y en el griterío de la gente. Hay una gran confusión y no sé lo que va a pasar. Yo tengo grandes esperanzas, sigo peleando por el folclore y por la música argentina.
Finalmente, recobrado del dolor por el apoyo de sus admiradores, Saluzzi habla de su pasión: “La música es el resultado de la razón y el discernimiento. De la captación de los sentires profundos del alma, de la percepción de los avisos o mensajes de las cosas inanimadas que nos acompañan, de los movimientos de la naturaleza y los astros, de las energías que empujan para salir y que están en nuestro pasado y estarán en nuestro futuro. Viene de la necesidad imperiosa de un remedo para una realidad eternamente adversa. De una ventanita de luz al misterio de la vida, de la esperanza de encontrar de a poco, en la oscuridad, la montaña que nos lleva a la paz de la paz.”
Nota aparecida en http://www.eltribuno.info/salta/diario/2011/03/06/salta/201ces-una-injuria-severa-lo-que-se-me-ha-hecho201d
Los énfasis a las palabras de Saluzzi se los he puesto yo porque reafirman opiniones mías.
Más sobre el Carnaval
Página 12 - 10 de marzo de 2011
EL PAIS › OPINION
Carnavales, cultura y política
Por Washington Uranga
Sería una simplificación mirar la restitución de las fiestas de Carnaval decidida este año por el Gobierno simplemente como parte de la política de incentivos al turismo o como una estrategia económica. También sería una ingenuidad creer que la decisión adoptada por la dictadura militar aboliendo el Carnaval fue apenas una demostración de supuesta austeridad por parte de los dictadores.
Ni tanto, ni tan poco. Nadie podría negar que en la decisión hay factores económicos y de estrategia política. También un sentido de justicia (ahora) y de injusticia (antes) respecto de los trabajadores y el reconocimiento o no de jornadas no laborables que pueden ser dedicadas al esparcimiento, a la distensión, a la vida familiar y cultural.
Pero habría que situar también la decisión actual en el camino de otras que se vienen adoptando para recuperar lo público como un espacio contenedor, la fiesta y la celebración como instancias que sirven para aglutinar a una comunidad, a un pueblo y consolidar su identidad. Ese fue también el sentido de las celebraciones del Bicentenario –el año anterior– que tan espontánea y genuinamente movilizaron a parte de la ciudadanía, en ese caso sin distingos de banderías o inclinaciones políticas. Aquélla fue la manifestación de un pueblo que recuperó para sí el espacio público sintiéndose protagonista del acontecimiento.
Para comprender el fenómeno habría que remontarse a la historia misma de la humanidad, para entender que la fiesta no es apenas un acto de representación. No es una manera de mostrar para otros. Es, ante todo y fundamentalmente, un acto de presencia a través del cual una comunidad, una colectividad, un pueblo se realiza. Particularmente el Carnaval no es un espacio donde las personas van a observar como espectadores. Es un ámbito donde el conjunto de las personas se integran y donde la vivencia en comunidad se hace concreta. En la fiesta la comunidad, y cada uno de sus integrantes, se hace visible. En el sentido más genuino la comunidad genera la ocasión para quitarse la máscara y sus miembros se revelan los unos a los otros. Para participar es necesario ser. El acto de representación, si es que existe como tal, viene a continuación.
Desde el punto de vista colectivo puede decirse que a través de la intervención en la fiesta los integrantes de una sociedad, los participantes que son a su vez ciudadanos, descubren y construyen juntos una razón de ser: la de vivir juntos en comunidad. Así se van constituyendo de manera asociada y compartida como un organismo vivo, dinámico, como una colectividad. Esta es la manera de construir la identidad cultural.
Privar a una sociedad, a la ciudadanía, del espacio de la fiesta es quitarle la posibilidad de construir también esa identidad nacional, romper o intentar romper los lazos que forjan una identidad cultural. Tomar una medida como la que ahora se pone en práctica es, entre otros motivos, aportar al sentido colectivo, una apuesta a seguir construyendo genuinamente una identidad cultural como pueblo. Podrá decirse que no alcanza con una medida aislada. Es verdad. Pero también es cierto que esta decisión de ahora se encuadra dentro de una serie de determinaciones que bien pueden entenderse como una orientación política en la misma línea. Recuperar el espacio público para la ciudadanía, como lugar de reconocimiento, de intercambio, de diálogo y también de celebración, es parte de una política pública en materia político-cultural.
Podrá decirse también que hoy el Carnaval no tiene las características de antaño. Porque la participación popular se ha restringido, porque las características de las celebraciones son otras. Es verdad. El sentido de la fiesta como lugar de encuentro y representación es otro, pero mantiene su condición fundamental: encontrarme con otros en un espacio común donde todos y todas nos hacemos visibles, nos reconocemos. No importa si es en el barrio o en un megafestival. La forma casi es un detalle menor.
Todo ello sin perder de vista que el acceso al espacio público hoy está atravesado por asimetrías. Y que mientras unos festejan en las calles y en las plazas, otros aprovechan la misma ocasión para hacer ostentación de consumo en selectos lugares turísticos. Las diferencias económicas y también socioculturales atraviesan y marcan nuestra sociedad. No se trata de olvidarlas. Pero esta realidad no invalida el sentido de lo que se afirma más arriba.
Uno de los mayores ataques que ha sufrido la cultura de nuestros pueblos latinoamericanos es la creciente individualización. El individuo se fue despojando (¿liberando?) de vínculos y hábitos culturales (¿tradicionales?) que por un lado lo encerraban y, por otro, lo protegían. Con ello se ganó en autodeterminación y en libertad, se abrieron otros horizontes, particularmente para los jóvenes. Pero ese ejercicio de la libertad depende de las capacidades y de las posibilidades. Unas y otras requieren de marcos de contención cultural para que aquella libertad pueda crecer y desarrollarse.
Si se disuelve lo público lo único que subsiste (y se potencia y sobrevalora) son las capacidades individuales. Sin lo público no sólo se pierde la posibilidad de reconocer a los otros y a las otras, sino que el sujeto mismo carece de referencias, de marcos para comprenderse a sí mismo, para desarrollar una identidad que siempre es en relación. Se diluye lo colectivo y desaparece la solidaridad.
En todo este recorrido, no es una cuestión menor recuperar el espacio y el sentido de la fiesta en el marco de lo público. Porque tiene valor político y cultural.
EL PAIS › OPINION
Carnavales, cultura y política
Por Washington Uranga
Sería una simplificación mirar la restitución de las fiestas de Carnaval decidida este año por el Gobierno simplemente como parte de la política de incentivos al turismo o como una estrategia económica. También sería una ingenuidad creer que la decisión adoptada por la dictadura militar aboliendo el Carnaval fue apenas una demostración de supuesta austeridad por parte de los dictadores.
Ni tanto, ni tan poco. Nadie podría negar que en la decisión hay factores económicos y de estrategia política. También un sentido de justicia (ahora) y de injusticia (antes) respecto de los trabajadores y el reconocimiento o no de jornadas no laborables que pueden ser dedicadas al esparcimiento, a la distensión, a la vida familiar y cultural.
Pero habría que situar también la decisión actual en el camino de otras que se vienen adoptando para recuperar lo público como un espacio contenedor, la fiesta y la celebración como instancias que sirven para aglutinar a una comunidad, a un pueblo y consolidar su identidad. Ese fue también el sentido de las celebraciones del Bicentenario –el año anterior– que tan espontánea y genuinamente movilizaron a parte de la ciudadanía, en ese caso sin distingos de banderías o inclinaciones políticas. Aquélla fue la manifestación de un pueblo que recuperó para sí el espacio público sintiéndose protagonista del acontecimiento.
Para comprender el fenómeno habría que remontarse a la historia misma de la humanidad, para entender que la fiesta no es apenas un acto de representación. No es una manera de mostrar para otros. Es, ante todo y fundamentalmente, un acto de presencia a través del cual una comunidad, una colectividad, un pueblo se realiza. Particularmente el Carnaval no es un espacio donde las personas van a observar como espectadores. Es un ámbito donde el conjunto de las personas se integran y donde la vivencia en comunidad se hace concreta. En la fiesta la comunidad, y cada uno de sus integrantes, se hace visible. En el sentido más genuino la comunidad genera la ocasión para quitarse la máscara y sus miembros se revelan los unos a los otros. Para participar es necesario ser. El acto de representación, si es que existe como tal, viene a continuación.
Desde el punto de vista colectivo puede decirse que a través de la intervención en la fiesta los integrantes de una sociedad, los participantes que son a su vez ciudadanos, descubren y construyen juntos una razón de ser: la de vivir juntos en comunidad. Así se van constituyendo de manera asociada y compartida como un organismo vivo, dinámico, como una colectividad. Esta es la manera de construir la identidad cultural.
Privar a una sociedad, a la ciudadanía, del espacio de la fiesta es quitarle la posibilidad de construir también esa identidad nacional, romper o intentar romper los lazos que forjan una identidad cultural. Tomar una medida como la que ahora se pone en práctica es, entre otros motivos, aportar al sentido colectivo, una apuesta a seguir construyendo genuinamente una identidad cultural como pueblo. Podrá decirse que no alcanza con una medida aislada. Es verdad. Pero también es cierto que esta decisión de ahora se encuadra dentro de una serie de determinaciones que bien pueden entenderse como una orientación política en la misma línea. Recuperar el espacio público para la ciudadanía, como lugar de reconocimiento, de intercambio, de diálogo y también de celebración, es parte de una política pública en materia político-cultural.
Podrá decirse también que hoy el Carnaval no tiene las características de antaño. Porque la participación popular se ha restringido, porque las características de las celebraciones son otras. Es verdad. El sentido de la fiesta como lugar de encuentro y representación es otro, pero mantiene su condición fundamental: encontrarme con otros en un espacio común donde todos y todas nos hacemos visibles, nos reconocemos. No importa si es en el barrio o en un megafestival. La forma casi es un detalle menor.
Todo ello sin perder de vista que el acceso al espacio público hoy está atravesado por asimetrías. Y que mientras unos festejan en las calles y en las plazas, otros aprovechan la misma ocasión para hacer ostentación de consumo en selectos lugares turísticos. Las diferencias económicas y también socioculturales atraviesan y marcan nuestra sociedad. No se trata de olvidarlas. Pero esta realidad no invalida el sentido de lo que se afirma más arriba.
Uno de los mayores ataques que ha sufrido la cultura de nuestros pueblos latinoamericanos es la creciente individualización. El individuo se fue despojando (¿liberando?) de vínculos y hábitos culturales (¿tradicionales?) que por un lado lo encerraban y, por otro, lo protegían. Con ello se ganó en autodeterminación y en libertad, se abrieron otros horizontes, particularmente para los jóvenes. Pero ese ejercicio de la libertad depende de las capacidades y de las posibilidades. Unas y otras requieren de marcos de contención cultural para que aquella libertad pueda crecer y desarrollarse.
Si se disuelve lo público lo único que subsiste (y se potencia y sobrevalora) son las capacidades individuales. Sin lo público no sólo se pierde la posibilidad de reconocer a los otros y a las otras, sino que el sujeto mismo carece de referencias, de marcos para comprenderse a sí mismo, para desarrollar una identidad que siempre es en relación. Se diluye lo colectivo y desaparece la solidaridad.
En todo este recorrido, no es una cuestión menor recuperar el espacio y el sentido de la fiesta en el marco de lo público. Porque tiene valor político y cultural.
lunes, 7 de marzo de 2011
Carnaval ¿por decreto?
Está muy bien que se repongan los feriados por Carnaval. Porque era legítimo tenerlos y porque un gobierno ilegítimo los borró del calendario.
Pero la alegría no se puede imponer por decreto. Este pueblo ya no es el mismo de antes, cuando era la alegría popular la que generaba las fiestas. Este pueblo fue perdiendo la alegría junto con la simplicidad que es hermana de la inocencia. Los mismos músicos e intelectuales bien intencionados que han querido "mantener vivo" al carnaval, no han hecho otra cosa que mostrarnos un triste remedo, mejor dicho un remedo triste de la fiesta de Momo. Por estos días cualquier corso de la ciudad de Buenos Aires es la prueba más fehaciente de lo que digo. Más que corsos son corsés.
Este pueblo perdió las ganas de divertirse mucho antes de que se prohibieran los corsos, cuando le voltearon al gobierno que lo hacía más digno y feliz, cuando lo tuvieron proscripto, cuando hubo que resistirse y luchar, cuando lo sometieron al terrorismo de estado y a las miserias del capitalismo salvaje.
Hoy, las murgas, los bombos, los corsos, los disfraces; son "cosas de negros", y no de los que vienen de África, sino de los "cabezas". El carnaval "aceptable", vistoso, turístico, es desde hace años el que organizan en Corrientes o en Entre Ríos. Ambos son una burda y pobretona imitación del fastuoso y espectacular carnaval de Río de Janeiro.
Hoy por hoy algunos pretenden que sean las fiestas, en este caso el carnaval, las que generen la alegría. Eso es imposible. Si algún día retorna (seguramente retornará si no abandonamos este camino, pero no será mañana mismo), la alegría será fruto de la justicia social, del orgullo de pertenecer a una nación soberana, a una sociedad igualitaria, donde no haya excluidos, donde todos tengan oportunidad de realizarse. Nunca será fruto de un día más o menos de feriado en el calendario.
Si algún día regresa la verdadera alegría,espero que se manifieste con el carnaval más argentino posible: el ancestral de las provincias,y el carnaval porteño que conocí en mi infancia. Los culos trémulos son muy tentadores, pero además de no formar parte de mi idiosincrasia, me dan un poquito de vergüeza...
Pero la alegría no se puede imponer por decreto. Este pueblo ya no es el mismo de antes, cuando era la alegría popular la que generaba las fiestas. Este pueblo fue perdiendo la alegría junto con la simplicidad que es hermana de la inocencia. Los mismos músicos e intelectuales bien intencionados que han querido "mantener vivo" al carnaval, no han hecho otra cosa que mostrarnos un triste remedo, mejor dicho un remedo triste de la fiesta de Momo. Por estos días cualquier corso de la ciudad de Buenos Aires es la prueba más fehaciente de lo que digo. Más que corsos son corsés.
Este pueblo perdió las ganas de divertirse mucho antes de que se prohibieran los corsos, cuando le voltearon al gobierno que lo hacía más digno y feliz, cuando lo tuvieron proscripto, cuando hubo que resistirse y luchar, cuando lo sometieron al terrorismo de estado y a las miserias del capitalismo salvaje.
Hoy, las murgas, los bombos, los corsos, los disfraces; son "cosas de negros", y no de los que vienen de África, sino de los "cabezas". El carnaval "aceptable", vistoso, turístico, es desde hace años el que organizan en Corrientes o en Entre Ríos. Ambos son una burda y pobretona imitación del fastuoso y espectacular carnaval de Río de Janeiro.
Hoy por hoy algunos pretenden que sean las fiestas, en este caso el carnaval, las que generen la alegría. Eso es imposible. Si algún día retorna (seguramente retornará si no abandonamos este camino, pero no será mañana mismo), la alegría será fruto de la justicia social, del orgullo de pertenecer a una nación soberana, a una sociedad igualitaria, donde no haya excluidos, donde todos tengan oportunidad de realizarse. Nunca será fruto de un día más o menos de feriado en el calendario.
Si algún día regresa la verdadera alegría,espero que se manifieste con el carnaval más argentino posible: el ancestral de las provincias,y el carnaval porteño que conocí en mi infancia. Los culos trémulos son muy tentadores, pero además de no formar parte de mi idiosincrasia, me dan un poquito de vergüeza...
Etiquetas:
Carnaval-Feriados-Corsos-Bombos-Disfraces
miércoles, 23 de febrero de 2011
Años
Me enamoré de ella en mi adolescencia. A pesar de que era mucho mayor que yo, enseguida nos juntamos y comenzamos a convivir.
Ella, aunque sencilla, madura y experta; era natural, fresca y luminosa como un amanecer. Yo ingenuo, curioso, apasionado, entusiasta, lleno de ilusiones.
Pasamos muchos años juntos y felices, ella disfrutando de mi amor y de mi energía, yo nutriéndome con su sabiduría y gozando de sus muchos encantos y talentos. Necesitábamos poco y nada para estar bien, armoniosos y plenos.
Aunque sabía que con el paso del tiempo ella iría perdiendo algo de su misterio, confiaba en que si bien algunos de sus atractivos desaparecerían, al correr de los años le encontraría otros.
Pero no sólo eso no ocurrió sino que ella se fue volviendo cada vez más superficial y materialista. Transcurrido algo menos de medio siglo juntos, decepción más, decepción menos, yo sigo siendo el mismo idealista aunque estoy viejo. Ella ha llenado nuestra casa de artefactos y escenografías y –maquillaje, tintura y cirugías mediante- aparenta ser joven, aún más joven que yo. Yo soy auténticamente viejo y ella artificial y patéticamente “joven”.
Cada vez con más frecuencia siento que ya no tenemos nada en común, que ya no la quiero. Y no sólo porque ya no le encuentro atractivos, sino también porque en lo más esencial, me defraudó. Sin embargo me aferro a los buenos recuerdos para no apartarme definitivamente de ella.
A veces me pongo a reflexionar acerca de cómo es mi relación actual con la música popular argentina de raíz folklórica.
Ella, aunque sencilla, madura y experta; era natural, fresca y luminosa como un amanecer. Yo ingenuo, curioso, apasionado, entusiasta, lleno de ilusiones.
Pasamos muchos años juntos y felices, ella disfrutando de mi amor y de mi energía, yo nutriéndome con su sabiduría y gozando de sus muchos encantos y talentos. Necesitábamos poco y nada para estar bien, armoniosos y plenos.
Aunque sabía que con el paso del tiempo ella iría perdiendo algo de su misterio, confiaba en que si bien algunos de sus atractivos desaparecerían, al correr de los años le encontraría otros.
Pero no sólo eso no ocurrió sino que ella se fue volviendo cada vez más superficial y materialista. Transcurrido algo menos de medio siglo juntos, decepción más, decepción menos, yo sigo siendo el mismo idealista aunque estoy viejo. Ella ha llenado nuestra casa de artefactos y escenografías y –maquillaje, tintura y cirugías mediante- aparenta ser joven, aún más joven que yo. Yo soy auténticamente viejo y ella artificial y patéticamente “joven”.
Cada vez con más frecuencia siento que ya no tenemos nada en común, que ya no la quiero. Y no sólo porque ya no le encuentro atractivos, sino también porque en lo más esencial, me defraudó. Sin embargo me aferro a los buenos recuerdos para no apartarme definitivamente de ella.
A veces me pongo a reflexionar acerca de cómo es mi relación actual con la música popular argentina de raíz folklórica.
lunes, 21 de febrero de 2011
RESCATES > LAS TAPAS DE LAS PARTITURAS DE TANGOS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
El tango por los ojos entra
Recién salido de la orilla y los prostíbulos, todavía lejos de legitimarse pero ya popular, el tango de las tres primeras décadas del siglo XX era alegre, pícaro, marginal. Y como poca gente era dueña de aparatos de reproducción de música, las partituras tangueras debían vender su contenido con diseños atractivos, que apelaran a todos los públicos. Tango, una pasión ilustrada, el libro del filósofo y especialista en cultura popular Gustavo Varela, recopila aquellas carátulas, joyas de la ilustración que hablan de la vida social del Buenos Aires de entonces y forman parte de una historia visual del género que está por escribirse.
Por Mariano del Mazo
Hubo un tiempo en que el tango estaba más cerca de lo que hoy representa la cumbia villera que de lo que sugiere su presente: una música prestigiosa que se debate entre la imposibilidad de consolidar un público local y la máquina de hacer chorizos para turistas. Un siglo atrás el tango era marginal, liviano y picaresco: las letras iban del costumbrismo más rancio a la obscenidad, y la música se escuchaba rudimentaria y alegre. Estaba empezando a salir del prostíbulo y faltaba muy poco para que París lo legitimara y provocara en la Buenos Aires europeizada de los años posteriores al Centenario una impresionante mezcla de clases. En sintonía con su origen musical híbrido, el tango desató una inédita trama de relaciones entre el inmigrante y el niño bien, la prostituta y el juez, la orilla y el Centro.
Afín al carácter de los primeros escarceos del género, cuando el tango era todavía una argamasa indefinida, el libro Tango, una pasión ilustrada de Gustavo Varela queda ubicado en un punto de confluencia entre la publicación artie, casi de diseño, y la reflexión, la historia y el ensayo. Varela es filósofo, docente de la UBA, director académico del posgrado Tango: genealogía política e historia en Flacso y, como ya lo demostró en su libro Mal de tango (Paidós, 2005) y lo demuestra cotidianamente en sus clases, piensa la cultura popular desde las complejidades sociopolíticas de cada época.
El libro parte de las carátulas de partituras publicadas durante las primeras tres décadas del siglo XX. Joyas de la ilustración, responden al imaginario y al estereotipo que planteó el tango ya desde sus inicios. Hay piezas famosas y también ignotas: desde “El choclo” (en el que se ve la caricatura de su autor, Angel Villoldo, frente a una planta de maíz) y “La Cumparsita” (una murga con un estandarte de la Federación de los Estudiantes del Uruguay) hasta “La grippe” (“tango contagioso para piano”) o el insólito “La muela careada” de Vicente Grecco. El prólogo del catedrático español Javier Barreiro es claro, informativo y revela la función difusora y multiplicadora de las partituras y, precisamente, de la necesidad de un dibujo atrapante en la portada como argucia publicitaria. “Téngase en cuenta que, al no existir medio de reproducción musical sino para los muy acomodados –fonógrafos que reproducían cilindros de cera, gramófonos que reproducían discos de unas 78 revoluciones por minuto, fonolas mecánicas o autopianos que leían rollos perforados–, eran el organito callejero, la banda de música en los días señalados, la actuación en directo en el café o en el teatrucho y el boca a boca los que determinaban la popularidad de un tema. Cuando esto sucedía, el público, deseoso de aprender la letra o de interpretarla en el piano, la adquiría. En otras ocasiones, se trataba de mero afán coleccionista. Recuérdese, además, que el piano era un instrumento usual en casi todas las casas de clase media y que el estudio de solfeo era mucho más popular entonces que en un tiempo como el nuestro”, escribe.
UNA HISTORIA GRAFICA
La música también entraba por los ojos. Los trazos –filosos en la crítica, deudores del art nouveau y del expresionismo– definen el mundo cotidiano a través de un sarcasmo entre cándido e impiadoso. Los autores de esas viñetas funcionales son desconocidos; a menudo se trataba de dibujantes consagrados en las revistas más populares de la época –Caras y Caretas, Fray Mocho y PBT– que eran contratados por las editoriales musicales y que, por considerar que se trataba de trabajos a pedido, preferían el anonimato.
Sorprenden por su audacia algunos dibujos de los tangos eróticos. Los títulos son elocuentes y parecen sacados del sketch de Diego Capusotto de Luis Almirante Brown o de las temporadas teatrales de Villa Carlos Paz: “¿Con qué tropieza que no dentra?”, “Déjalo morir adentro”, “El fierrazo”, “Dos sin sacarla”, “Haceme venir... la risa” y algunos que fueron cambiados como el célebre “La concha de la lora” (La cara de la luna). Nada se compara con “Metele bomba al P...rimus” y su portada prácticamente pornográfica para la moral de la época. En los antípodas, la romántica carátula del vals de Villoldo “Suspiros lejanos” señala al pasar el flirteo snob que tuvieron muchos compositores con París: lo que se ve es una dama en situación de añoranza amorosa, con la Torre Eiffel de fondo. Varela descubrió en este variopinto despliegue gráfico la posibilidad de indagar aspectos sociales y políticos latentes en los dibujos. Con pensamiento propio y prosa elegante, se basó en siete temáticas disparadoras: El prostíbulo, El baile, La mujer, El turf, Los tangos médicos, El tango en el extranjero y El tango y los negros.
“Siempre disfruté de las carátulas de las viejas partituras –dice Varela–. Lo que veía allí era el relato gráfico de un mundo distinto, hecho de personajes, de situaciones o de gestos muy propios que hablan de otro modo de la vida social en Buenos Aires en los primeros años del siglo XX. Intentaba encontrar escenas que me permitieran comprender mejor el ambiente en el que el tango nacía y se extendía por toda la ciudad. Creo que, más allá de la belleza que tienen los dibujos, son un documento histórico para quienes disfrutan o investigan la cultura del tango. Hay una historia visual del tango que todavía no se escribió, o que permanece dispersa, que incluye las carátulas de las partituras, los dibujos de Caras y Caretas, las fotos de sus hacedores, Sabat, Pettoruti, las tapas de algunos discos, algún cómic sobre Gardel. Este libro es un pequeño aporte a esta idea.”
Para Varela, el tango está invariablemente atado al derrotero político. No ve casual que el tango canción surja cuando Hipólito Irigoyen hace llegar al poder a los hijos de los inmigrantes. Y considera que la década infame en los años ‘30 tiene su correspondencia tanguística: “La llegada del cine sonoro impone el gusto musical que viene de Hollywood –el jazz, el fox trot, el cakewalk– y deja sin trabajo a muchos de los músicos de tango que acompañaban al cine mudo. El tango pierde la primacía de los años anteriores y las orquestas típicas no saben dónde tocar”, escribe, y completa una idea audaz, al menos incorrecta: “Si la historia política argentina define a los años ’30 como la década infame, para el tango lo es porque muere Gardel. Apenas un tiempo después el género comenzará a despegar del letargo en que estaba sumido en aquellos años. La muerte de Gardel fue tan generosa como su voz, tanto como para bañar de oro la década del ’40; como si el cortejo que acompañó sus restos anunciara eso, otra procesión que llegó a la Plaza de Mayo en 1945. El peronismo y el tango se amalgamaron en la fiesta popular y en un mismo entramado sensible”. El link une a Gardel con la década del ’40 y con Perón, y zanja la paradoja de que el mayor cantor argentino no perteneció a la época de oro del tango y desvía, al pasar, el brulote de Borges que veía en Perón la sonrisa de Gardel. Varela observa que la multitud que despidió al Zorzal en el largo cortejo fúnebre fue la misma que metió las patas en la fuente el 17 de octubre de 1945.
ABSTRACCION Y DESPUES
En ese sentido, ya lejos de las carátulas de 1900 y pico, Varela postula en el libro que en 1955 finaliza el tercer gran período de la historia del género, cuando cae Perón y Piazzolla forma su octeto. “El tango deja de ser canción popular y se hace abstracto, complejo, abierto a la influencia de una cultura internacional que ingresa a la Argentina después del peronismo.” La teoría es tan personal como arriesgada: si Perón hubiese resistido los bombardeos de Plaza de Mayo... ¿no hubieran llegado de todas maneras el rock and roll y luego Los Beatles? Lo que ocurrió con el tango, ¿no es casi un espejo de lo que pasó con el jazz en los Estados Unidos, que dejó de bailarse y comenzó a escucharse? Habla Varela: “Los períodos del tango están fuertemente atravesados por el devenir político, económico y social de los países centrales. Así, en el origen prostibulario del tango no es posible comprender el aumento de la prostitución en Argentina sin hacer referencia al problema mundial de la trata de personas y a los cambios en la concepción de la sexualidad de fines del siglo XIX. Las letras del tango canción dan cuenta, en muchas de sus letras, de un doble aspecto: de la conformación de la familia burguesa y de la conquista de derechos por parte de la mujer, procesos que se inician más allá de nuestra frontera. Por último, el fin de la época de oro está vinculado al derrocamiento del peronismo y, con ello, a la apertura de la hegemonía cultural de los Estados Unidos en la Argentina. Lo que ocurre en verdad es que no es el tango el que está atado a los acontecimientos mundiales sino la Argentina misma, su política, su economía, su cultura. Y el tango, más allá de las definiciones afectivas que intentan suponer una esencia inalterable, es una expresión que se mueve al ritmo de la realidad en la que habita”.
Esa realidad –con trazo grueso o sutil– es la que desacraliza el arte de las carátulas. Así aparecen las pócimas curalotodo como “Lugolina” (“¿Le pica? Lugolina. Tango compuesto por el Dr. Eduardo Franca, inventor de la Lugolina”), un primer actor como Florencio Parravicini (caricaturizado en “Alma de bohemio”, el hermoso tango de Roberto Firpo), la Justicia abrazada a un arlequín en “Derecho viejo” (de Arolas, “dedicado al Centro de Estudiantes de Derecho”), los inequívocos temas médicos (insuperables: “Sal inglesa” y “Matasano”) y el pueril racismo de “Tinta china” (con una pareja de negros bailando).
Todas las contradicciones nacionales de la época convivían en el tango: la manteca al techo parisina tirada por la patria ganadera, los burdeles de mala muerte, el aumento de la prostitución, la necesidad de integrar a través de símbolos nacionales un país disgregado en su mayoría extranjera, la explotación del obrero, el lugar de la mujer, etc. Una pasión ilustrada es la manifestación gráfica sin filtro de estas contradicciones. Y la representación burlona de una música que mutó de chispeante y lúdica a grave y sentenciosa, en un tránsito de cien años que fue del quilombo a la Unesco y que hoy, entre tanto historicismo, trata de adivinar un futuro y busca su destino, su forma, su lugar. Su carátula.
Tomado de: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6842-2011-02-21.html
Etiquetas:
Tango-Partituras-Libro
LOS INADAPTADOS DE SIEMPRE...
El problema es que en los festivales "folklóricos", hace rato que los "inadaptados" son mayoría...
En este caso, silbaron a Saluzzi porque querían a "Los Huayras"
"JURO NO REGRESAR NUNCA A UN FESTIVAL FOLCLÓRICO"
¿Qué pasó Dino Saluzzi? ¿Qué pasó Serenata? Lo que parecía el inicio de un bello romance, bajo un plomizo cielo calchaquí, se desdibujó en un predio que por minutos perdió su ‘encanto’. La lluvia persistente que cayó durante la nueva luna serenatera se transformó en un llanto. La ilusión de endulzar los oídos con este gran maestro se hizo trizas.
El clima castigó a Cafayate durante toda la velada y esto ocasionó que el festival no tuviera un desarrollo normal, en cuanto a la cartelera artística. La apertura se realizó cerca de la medianoche y hasta momentos antes se había barajado la posibilidad de suspender la quinta noche de la Serenata. Saluzzi estaba programado para las 0.30, pero el retraso en el inicio impidió que se cumpliera ese horario. El artista, radicado desde hace varias décadas en Europa, recién subió después de la 3 de la mañana. El bandoneonista fue recibido con un cálido aplauso por el público presente, inclusive también se escuchó una ovación luego de su primera interpretación. Pero a continuación, algunos inadaptados iniciaron una silbatina durante la actuación del hombre nacido en Campo Santo, e inmediatamente vino la respuesta del artista, quien castigó a todos por igual: “Cafayate, muchas gracias. Es evidente que no podemos luchar contra los predadores del folclore. Lamentablemente parece que es inútil el esfuerzo, es inútil el crecimiento. Nos han destinado a la ignorancia, a la fatalidad y al desamparo. Cafayate, muchas gracias, pero juro aquí no pisar nunca más un escenario folclórico”, dijo. Saluzzi descendió del escenario ante el asombro de los presentes. Una persona de su entorno dijo a la prensa que no brindaría declaraciones, pero en ese preciso instante el músico abrió la puerta de su camerino y se refirió a lo acontecido: “No me fue bien, no es lugar para mí. El público me ha vencido, mejor voy a seguir con lo mío”. Y antes de cerrar la puerta le dijo a los periodistas: “Gracias a ustedes perdieron un tipo más en el folclore”.
Antes de retirarse de la Bodega Encantada, Saluzzi cruzó palabras con miembros de la Comisión de la Serenata y reprobó el horario que se le había asignado. Sostuvo: “No me tienen que invitar para hacerme pasar vergüenza. Voy a poner la prensa del mundo en contra de Cafayate”.
Desde la organización argumentaron que todo fue un mal entendido, y especularon con que el artista volvería a subir al escenario, una vez que cesara la lluvia. Pero nada resultó dentro de lo planeado y todos salieron perjudicados. Dino Saluzzi, en un análisis frío, sabrá si tomó la decisión correcta al privar a muchos del sueño de escuchar su música en vivo, en este tradicional festival. En definitiva, un grupo minúsculo de destructores del folclore se salieron con la suya y no dejaron que el romance entre el público y este prestigioso artista tuviera un buen final.
Tomado de http://www.eltribuno.info/salta/diario/2011/02/20/espectaculos/201cjuro-no-regresar-nunca-a-un-festival-folclorico201d
En este caso, silbaron a Saluzzi porque querían a "Los Huayras"
"JURO NO REGRESAR NUNCA A UN FESTIVAL FOLCLÓRICO"
¿Qué pasó Dino Saluzzi? ¿Qué pasó Serenata? Lo que parecía el inicio de un bello romance, bajo un plomizo cielo calchaquí, se desdibujó en un predio que por minutos perdió su ‘encanto’. La lluvia persistente que cayó durante la nueva luna serenatera se transformó en un llanto. La ilusión de endulzar los oídos con este gran maestro se hizo trizas.
El clima castigó a Cafayate durante toda la velada y esto ocasionó que el festival no tuviera un desarrollo normal, en cuanto a la cartelera artística. La apertura se realizó cerca de la medianoche y hasta momentos antes se había barajado la posibilidad de suspender la quinta noche de la Serenata. Saluzzi estaba programado para las 0.30, pero el retraso en el inicio impidió que se cumpliera ese horario. El artista, radicado desde hace varias décadas en Europa, recién subió después de la 3 de la mañana. El bandoneonista fue recibido con un cálido aplauso por el público presente, inclusive también se escuchó una ovación luego de su primera interpretación. Pero a continuación, algunos inadaptados iniciaron una silbatina durante la actuación del hombre nacido en Campo Santo, e inmediatamente vino la respuesta del artista, quien castigó a todos por igual: “Cafayate, muchas gracias. Es evidente que no podemos luchar contra los predadores del folclore. Lamentablemente parece que es inútil el esfuerzo, es inútil el crecimiento. Nos han destinado a la ignorancia, a la fatalidad y al desamparo. Cafayate, muchas gracias, pero juro aquí no pisar nunca más un escenario folclórico”, dijo. Saluzzi descendió del escenario ante el asombro de los presentes. Una persona de su entorno dijo a la prensa que no brindaría declaraciones, pero en ese preciso instante el músico abrió la puerta de su camerino y se refirió a lo acontecido: “No me fue bien, no es lugar para mí. El público me ha vencido, mejor voy a seguir con lo mío”. Y antes de cerrar la puerta le dijo a los periodistas: “Gracias a ustedes perdieron un tipo más en el folclore”.
Antes de retirarse de la Bodega Encantada, Saluzzi cruzó palabras con miembros de la Comisión de la Serenata y reprobó el horario que se le había asignado. Sostuvo: “No me tienen que invitar para hacerme pasar vergüenza. Voy a poner la prensa del mundo en contra de Cafayate”.
Desde la organización argumentaron que todo fue un mal entendido, y especularon con que el artista volvería a subir al escenario, una vez que cesara la lluvia. Pero nada resultó dentro de lo planeado y todos salieron perjudicados. Dino Saluzzi, en un análisis frío, sabrá si tomó la decisión correcta al privar a muchos del sueño de escuchar su música en vivo, en este tradicional festival. En definitiva, un grupo minúsculo de destructores del folclore se salieron con la suya y no dejaron que el romance entre el público y este prestigioso artista tuviera un buen final.
Tomado de http://www.eltribuno.info/salta/diario/2011/02/20/espectaculos/201cjuro-no-regresar-nunca-a-un-festival-folclorico201d
domingo, 30 de enero de 2011
Pobre Juan, sombra del monte...
Sábado 29 de enero. Hora: más o menos las 23.00 Lugar: Café Vinilo. Acaba de tocar el trío de Andrés Pilar (piano), Ramiro Gallo (violín) y Ernesto Méndez (guitarra). Tres músicos de la ostia. Un recital enteramente instrumental, con temas desconocidos o casi. Ramiro tiene 44, Ernesto 42, Pilar no supera los 25 años. Es alumno de Hilda Herrera, quien está en la sala. Al concluir el espectáculo, una muchacha de unos 30 años, desde la mesa de al lado pregunta "¿Quién es Hilda Herrera?" Le respondo: "Una gran pianista y compositora. ¿Conocés la Zamba del chaguanco?" Ante su gesto de no saber, le canto los primeros versos.
"Hachan calientes los bombos picando la selva turbia..."
Vuelve a apretar los labios adelantando el mentón. Nueva pregunta. "¿Y quién la cantaba?". Ya sin poder disimular mi molestia, le digo: "Y, de Mercedes Sosa para abajo, medio mundo"...
"¡Ah, no la conocía!" Mutis por el foro. Telón.
"Hachan calientes los bombos picando la selva turbia..."
Vuelve a apretar los labios adelantando el mentón. Nueva pregunta. "¿Y quién la cantaba?". Ya sin poder disimular mi molestia, le digo: "Y, de Mercedes Sosa para abajo, medio mundo"...
"¡Ah, no la conocía!" Mutis por el foro. Telón.
viernes, 28 de enero de 2011
COSQUIN 2011
Viernes, 28 de enero de 2011
MUSICA › JUAN FALU, RALY BARRIONUEVO, SUNA ROCHA Y UNA FLAUTISTA SORPRENDENTE, CARLA GUZMAN
La sexta luna estuvo entre las mejores
Con una lógica interna que fundió música, poesía, compromiso y diversidad, la plaza Próspero Molina abrió con el homenaje a los poetas,en el que Estela Carlotto abrazó a los vates del encuentro, Ernesto Cardenal entre ellos.
Por Cristian Vitale (ÉNFASIS MÍOS)
Desde Cosquín
Cosquín luna 6. El silencio debería cortarse con un cuchillo en la plaza. Un guitarrista, Juan Falú, que ha logrado tras años de buscar una autonomía vital respecto de su tío (Eduardo), está refrendando sus pergaminos. La Próspero está bastante llena (unas 8 mil personas) y el tucumano de sangre siria hace que de su guitarra desgrane una belleza sin pretensiones... algo así como un universal de la belleza. De negro, sobrio y solo, sentado bien adelante en la escena, toca una versión libre de “Chacarera del ‘55” y demarca terreno: “La tocábamos cuando en Tucumán había sueños de futuro, antes que venga esa larga noche oscura. Ahora, el señor de esa larga noche está siendo juzgado y espero que sea correspondientemente castigado”, dice, como introito a la pieza. El señor de la larga noche es Bussi, claro, y sucede un ensamble de zambas calmas, mágicas en su introspección, cuyo disfrute pleno se torna casi utópico. Pasa el vendedor de gaseosas y agua a los gritos, una tía le cuenta a la sobrina que fue al río y vio un pato nadando (y encima con el volumen a diez), dos hombres hablan de lo saladas que estaban las empanadas de ayer, y otro adoctrina a sus hijos sobre fútbol: “Palermo no puede dejar nunca Boca, porque si pasa eso estamos en el horno”, vocifera. Sí, Falú es adorado en Cosquín, y media plaza pagaría un plus por el silencio, pero el ¡shhh! colectivo no alcanza ante tanta minoría molesta... Larralde tenía razón, al cabo, cuando no tocó más por la misma razón.
Detalle –no menor– al margen, Falú se despidió con una poesía hecha música de Pepe Núñez (“Zonko querido”) y le habilitó a Raly Barrionuevo un contexto afín, al menos alineado con lo genuino del arte más que con la ensalada de estrellas. Raly a dos bandas. El hombre de Frías intercala la de sus amigos de pueblo, con la que grabó Radio AM, su seminal último disco. Visita en calma “Luna cautiva”, invita a su musa Elvira Zeballos y, con esta señora venerable al piano, ensaya una intensa versión de “Chacarera del sufrido”, de los Hermanos Abalos, y la popular se desvive en aplausos mientras varias parejas discuten con la gente de vigilancia porque no les permiten bailar en el hueco que hay entre la primera fila y el escenario. Sobrevienen “Zamba de usted”, de Ariel Ramírez; “La pulpera de Santa Lucía”, la ranchera que el friense (re)personaliza con su voz, y una zamba que escribió a los 18 años. “Dos años antes de hacer este tema, yo había participado en el Pre-Cosquín de Río Hondo con la delegación de mi pueblo. En general fue bastante bien, pero yo no pasé el primer nivel y me acuerdo de que le dije a mi hermano: nunca más voy a ir a Cosquín, a menos que me inviten... Bueno, acá estoy.”
“Zamba y acuarela”, una de sus composiciones más hermosas, terminó en el primero pedido de bis. Raly accedió con “Somos nosotros” mediante y un derrotero de imágenes con sus “peregrinos de la amada libertad” a sus espaldas: Piazzolla, Spinetta, El Che, Mercedes Sosa, Gardel, y el público de pie. Aplausos rabiosos y gran complicación al final. El locutor no puede pilotear una situación que se desmadra. La plaza entera pide otra vez a Raly. Raly se va y le cierran el telón. El locutor recibe órdenes contradictorias. Primero pide perdón y, por boca de tercero, claro, no cede. Después dubita. Y finalmente, cuando Carla Guzmán –otra ganadora del Pre-Cosquín– se dispone a empezar, el grito en el mic devino en estallido. “La comisión entendió el reclamo popular”, dijo Fabián Palacios y Raly compartió su “Chacarera del exilio” con la joven tucumana y su guitarrista. El gentío se calmó y le dio pista a esta flautista sorprendente. Nacida y criada en Banda del Río Salí (Cruz Alta), salió a flote de una partida difícil. Incluso cautivó con “La olvidada”, la chacarera de Yupanqui, pasada a idioma de traversa. Potente traversa.
Guzmán no desentonó con la impronta de una noche pareja, de las buenas. Tampoco la delegación de Santa Fe que, de no haber sido por lacerantes acoples, hubiese mostrado mejor su puesta sinfónica y juvenil de Mujeres argentinas, la obra madre de Félix Luna inmortalizada por Mercedes Sosa. Tampoco Suna Rocha, que bien temprano y después de una de esas excepciones que confirman la regla cuando la luna da positiva (Los Huayras), revivió, igual que Jairo, a Yupanqui a través de “Yo tengo tantos hermanos”, mostró el estupendo huayno de Luzmila Carpio (“La alegría de los niños”) que abre SOS Agua, su último disco, y revisitó una chacarera vieja (“Las abuelas del campo mío”, de Carlos Di Fulvio) con sonido nuevo. Emiliano Zerbini, el cordobés criado en La Rioja, le puso onda a través de “No se toca” y Jairo, dispuesto a cerrar la noche, mantuvo cautiva a la plaza con sus consabidos paseos yupanquianos (“Cerro Colorado”, “Yo tengo”) y un puente al Litoral –que también tuvo su lugar con Tarragó Ros, Las Hermanas Vera y Los de Imaguaré– llamado “Pueblero de Alla’ité”, la perla del Pocho Roch.
Luna, la sexta, con una lógica interna que fundió música, poesía, compromiso y diversidad. Y cumplió, casi orgánica, con el homenaje a los poetas que la abrió y en el que Estela Carlotto abrazó a los vates del encuentro, Cardenal, el imprescindible nicaragüense, entre ellos.
MUSICA › JUAN FALU, RALY BARRIONUEVO, SUNA ROCHA Y UNA FLAUTISTA SORPRENDENTE, CARLA GUZMAN
La sexta luna estuvo entre las mejores
Con una lógica interna que fundió música, poesía, compromiso y diversidad, la plaza Próspero Molina abrió con el homenaje a los poetas,en el que Estela Carlotto abrazó a los vates del encuentro, Ernesto Cardenal entre ellos.
Por Cristian Vitale (ÉNFASIS MÍOS)
Desde Cosquín
Cosquín luna 6. El silencio debería cortarse con un cuchillo en la plaza. Un guitarrista, Juan Falú, que ha logrado tras años de buscar una autonomía vital respecto de su tío (Eduardo), está refrendando sus pergaminos. La Próspero está bastante llena (unas 8 mil personas) y el tucumano de sangre siria hace que de su guitarra desgrane una belleza sin pretensiones... algo así como un universal de la belleza. De negro, sobrio y solo, sentado bien adelante en la escena, toca una versión libre de “Chacarera del ‘55” y demarca terreno: “La tocábamos cuando en Tucumán había sueños de futuro, antes que venga esa larga noche oscura. Ahora, el señor de esa larga noche está siendo juzgado y espero que sea correspondientemente castigado”, dice, como introito a la pieza. El señor de la larga noche es Bussi, claro, y sucede un ensamble de zambas calmas, mágicas en su introspección, cuyo disfrute pleno se torna casi utópico. Pasa el vendedor de gaseosas y agua a los gritos, una tía le cuenta a la sobrina que fue al río y vio un pato nadando (y encima con el volumen a diez), dos hombres hablan de lo saladas que estaban las empanadas de ayer, y otro adoctrina a sus hijos sobre fútbol: “Palermo no puede dejar nunca Boca, porque si pasa eso estamos en el horno”, vocifera. Sí, Falú es adorado en Cosquín, y media plaza pagaría un plus por el silencio, pero el ¡shhh! colectivo no alcanza ante tanta minoría molesta... Larralde tenía razón, al cabo, cuando no tocó más por la misma razón.
Detalle –no menor– al margen, Falú se despidió con una poesía hecha música de Pepe Núñez (“Zonko querido”) y le habilitó a Raly Barrionuevo un contexto afín, al menos alineado con lo genuino del arte más que con la ensalada de estrellas. Raly a dos bandas. El hombre de Frías intercala la de sus amigos de pueblo, con la que grabó Radio AM, su seminal último disco. Visita en calma “Luna cautiva”, invita a su musa Elvira Zeballos y, con esta señora venerable al piano, ensaya una intensa versión de “Chacarera del sufrido”, de los Hermanos Abalos, y la popular se desvive en aplausos mientras varias parejas discuten con la gente de vigilancia porque no les permiten bailar en el hueco que hay entre la primera fila y el escenario. Sobrevienen “Zamba de usted”, de Ariel Ramírez; “La pulpera de Santa Lucía”, la ranchera que el friense (re)personaliza con su voz, y una zamba que escribió a los 18 años. “Dos años antes de hacer este tema, yo había participado en el Pre-Cosquín de Río Hondo con la delegación de mi pueblo. En general fue bastante bien, pero yo no pasé el primer nivel y me acuerdo de que le dije a mi hermano: nunca más voy a ir a Cosquín, a menos que me inviten... Bueno, acá estoy.”
“Zamba y acuarela”, una de sus composiciones más hermosas, terminó en el primero pedido de bis. Raly accedió con “Somos nosotros” mediante y un derrotero de imágenes con sus “peregrinos de la amada libertad” a sus espaldas: Piazzolla, Spinetta, El Che, Mercedes Sosa, Gardel, y el público de pie. Aplausos rabiosos y gran complicación al final. El locutor no puede pilotear una situación que se desmadra. La plaza entera pide otra vez a Raly. Raly se va y le cierran el telón. El locutor recibe órdenes contradictorias. Primero pide perdón y, por boca de tercero, claro, no cede. Después dubita. Y finalmente, cuando Carla Guzmán –otra ganadora del Pre-Cosquín– se dispone a empezar, el grito en el mic devino en estallido. “La comisión entendió el reclamo popular”, dijo Fabián Palacios y Raly compartió su “Chacarera del exilio” con la joven tucumana y su guitarrista. El gentío se calmó y le dio pista a esta flautista sorprendente. Nacida y criada en Banda del Río Salí (Cruz Alta), salió a flote de una partida difícil. Incluso cautivó con “La olvidada”, la chacarera de Yupanqui, pasada a idioma de traversa. Potente traversa.
Guzmán no desentonó con la impronta de una noche pareja, de las buenas. Tampoco la delegación de Santa Fe que, de no haber sido por lacerantes acoples, hubiese mostrado mejor su puesta sinfónica y juvenil de Mujeres argentinas, la obra madre de Félix Luna inmortalizada por Mercedes Sosa. Tampoco Suna Rocha, que bien temprano y después de una de esas excepciones que confirman la regla cuando la luna da positiva (Los Huayras), revivió, igual que Jairo, a Yupanqui a través de “Yo tengo tantos hermanos”, mostró el estupendo huayno de Luzmila Carpio (“La alegría de los niños”) que abre SOS Agua, su último disco, y revisitó una chacarera vieja (“Las abuelas del campo mío”, de Carlos Di Fulvio) con sonido nuevo. Emiliano Zerbini, el cordobés criado en La Rioja, le puso onda a través de “No se toca” y Jairo, dispuesto a cerrar la noche, mantuvo cautiva a la plaza con sus consabidos paseos yupanquianos (“Cerro Colorado”, “Yo tengo”) y un puente al Litoral –que también tuvo su lugar con Tarragó Ros, Las Hermanas Vera y Los de Imaguaré– llamado “Pueblero de Alla’ité”, la perla del Pocho Roch.
Luna, la sexta, con una lógica interna que fundió música, poesía, compromiso y diversidad. Y cumplió, casi orgánica, con el homenaje a los poetas que la abrió y en el que Estela Carlotto abrazó a los vates del encuentro, Cardenal, el imprescindible nicaragüense, entre ellos.
miércoles, 26 de enero de 2011
Cosquín 2011
Las siguientes son unas reflexiones escritas en 2006, pero que aún parecen tener actualidad:
SÓLO ES ARTE LO QUE CREA
“El verdadero lujo se hace a mano”
Juan Bialet Massé
Por estos días, en esta ciudad –y sospecho que en todo el país- se da un auge de la construcción de viviendas. El hecho, de por sí beneficioso para un país que ha sido devastado en su aspecto social por políticas generadoras de desempleo y pobreza, tiene sin embargo un costado lamentable.
A diario observamos la demolición, es decir la destrucción sin orden ni criterio, de casas antiguas, sólidas y bellas, en muchos casos con valor histórico; para dejar paso a edificios que bajo ningún punto de vista las igualan en calidad estética ni funcional. Las nuevas construcciones se realizan empleando materiales actuales que, como sabemos, no han sido creados para beneficio de los futuros moradores de aquellas unidades sino más bien para aumentar el lucro de los constructores.
Algo muy similar sucede en el campo de la música popular argentina, donde se ha puesto de moda entre los músicos y cantantes dedicarse a hacer versiones de temas clásicos –ya sea de música ciudadana o de raíz folklórica- para lo cual acuden a “arreglos” que son, en la inmensa mayoría de los casos, una destrucción total de la forma y del contenido de esas canciones, amén de que también constituyen una falta de respeto a los autores y compositores de las mismas.
¿Por qué se obra de este modo? Podríamos decir que es porque faltan talento y creatividad. También porque la audacia alcanza para canibalizar la obra ajena, pero no para asumir el riesgo de crear la propia. Pero no estaríamos equivocados si además dijéramos que se procede así porque se busca al éxito económico seguro e inmediato, porque se persigue la obtención de réditos sin asumir riesgos.
En esta defraudación, hay cómplices. Más que cómplices, partícipes necesarios. Son los periodistas y los [multi] medios de difusión. Aquéllos, porque han declinado su función crítica y se han convertido en meros agentes de prensa de los artistas, muy probablemente a título oneroso.
Éstos, porque saturan al público con la difusión, como sucede en este momento con el nuevo disco de Diego Torres, y sucedió antes con Soledad, Los Nocheros y el Chaqueño Palavecino. Así debemos soportar que en las dos únicas radios temáticas de Buenos Aires dedicadas a la música argentina, nos pinten como “geniales creaciones”, por ejemplo, al despanzurramiento del hermosamente simple vals de Pedro Datta “El aeroplano”, por parte de un músico cuyo nombre no recuerdo; o la chabacanería del grupo platense “Los Jíbaros” (sic) que mecharon el sonido de un serrucho como alegoría de un coito en su versión de la “Chacarera de las piedras”, de Yupanqui. El inconsciente ha traicionado a estos achicadores de cabezas musicales al momento de dar un nombre a su pandilla, al igual que aquellos músicos que han titulado “Demoliendo tangos” a su espectáculo.
No soy Jesús para echar a los mercaderes del templo. Pero como los oídos, mentes y corazones de cada uno de nosotros son templos que merecen ser respetados, los invito a no dejar entrar en ellos a estos mercaderes, y sí a hacerles un lugar a los verdaderos artistas: los que crean obras o los que interpretan las ya creadas sin destruirlas.
Buenos Aires, 29 de julio de 2006
SÓLO ES ARTE LO QUE CREA
“El verdadero lujo se hace a mano”
Juan Bialet Massé
Por estos días, en esta ciudad –y sospecho que en todo el país- se da un auge de la construcción de viviendas. El hecho, de por sí beneficioso para un país que ha sido devastado en su aspecto social por políticas generadoras de desempleo y pobreza, tiene sin embargo un costado lamentable.
A diario observamos la demolición, es decir la destrucción sin orden ni criterio, de casas antiguas, sólidas y bellas, en muchos casos con valor histórico; para dejar paso a edificios que bajo ningún punto de vista las igualan en calidad estética ni funcional. Las nuevas construcciones se realizan empleando materiales actuales que, como sabemos, no han sido creados para beneficio de los futuros moradores de aquellas unidades sino más bien para aumentar el lucro de los constructores.
Algo muy similar sucede en el campo de la música popular argentina, donde se ha puesto de moda entre los músicos y cantantes dedicarse a hacer versiones de temas clásicos –ya sea de música ciudadana o de raíz folklórica- para lo cual acuden a “arreglos” que son, en la inmensa mayoría de los casos, una destrucción total de la forma y del contenido de esas canciones, amén de que también constituyen una falta de respeto a los autores y compositores de las mismas.
¿Por qué se obra de este modo? Podríamos decir que es porque faltan talento y creatividad. También porque la audacia alcanza para canibalizar la obra ajena, pero no para asumir el riesgo de crear la propia. Pero no estaríamos equivocados si además dijéramos que se procede así porque se busca al éxito económico seguro e inmediato, porque se persigue la obtención de réditos sin asumir riesgos.
En esta defraudación, hay cómplices. Más que cómplices, partícipes necesarios. Son los periodistas y los [multi] medios de difusión. Aquéllos, porque han declinado su función crítica y se han convertido en meros agentes de prensa de los artistas, muy probablemente a título oneroso.
Éstos, porque saturan al público con la difusión, como sucede en este momento con el nuevo disco de Diego Torres, y sucedió antes con Soledad, Los Nocheros y el Chaqueño Palavecino. Así debemos soportar que en las dos únicas radios temáticas de Buenos Aires dedicadas a la música argentina, nos pinten como “geniales creaciones”, por ejemplo, al despanzurramiento del hermosamente simple vals de Pedro Datta “El aeroplano”, por parte de un músico cuyo nombre no recuerdo; o la chabacanería del grupo platense “Los Jíbaros” (sic) que mecharon el sonido de un serrucho como alegoría de un coito en su versión de la “Chacarera de las piedras”, de Yupanqui. El inconsciente ha traicionado a estos achicadores de cabezas musicales al momento de dar un nombre a su pandilla, al igual que aquellos músicos que han titulado “Demoliendo tangos” a su espectáculo.
No soy Jesús para echar a los mercaderes del templo. Pero como los oídos, mentes y corazones de cada uno de nosotros son templos que merecen ser respetados, los invito a no dejar entrar en ellos a estos mercaderes, y sí a hacerles un lugar a los verdaderos artistas: los que crean obras o los que interpretan las ya creadas sin destruirlas.
Buenos Aires, 29 de julio de 2006
Suscribirse a:
Entradas (Atom)